Friday, 29 de March de 2024

Lunes, 20 Julio 2015 02:30

La explicación científica a porqué Puebla es fábrica de mirreyes (y de pobres)




Written by  Arturo Rueda

Con esa desigualdad, el coeficiente Gini de la entidad se fue a las nubes y se convirtió en el más alto del país. Gini es una fórmula que calcula la desigualdad de acuerdo al ingreso de los habitantes, cuyos valores son entre cero y uno. Entre más se acerca a uno el valor, implica que hay mayor concentración del ingreso, es decir mayor, desigualdad. A nivel nacional, Puebla es el estado que tiene el Coeficiente de Gini más cercano a uno con .526, cifra que creció 13.6 por ciento en relación al .442 que registró en la medición de 2012.


Alguien dirá que se trata de una discusión apenas interesante para académicos, otros pensarán que en realidad se trata del debate de nuestro tiempo: la brecha entre los más pobres y los más ricos se ensancha cada vez más. O, en otra formulación, los ricos son cada vez más ricos. Puebla, en vísperas de la presentación del informe de Coneval sobre pobreza, se descubre oficialmente como la entidad federativa más desigual del país, uno de los datos envenenados que nos ofrece la Encuesta de Ingreso-Gasto en los Hogares presentada por Inegi la semana anterior. Algo que no éramos en 2012, pero sí lo somos en 2014. ¿Qué pasó?

 

Ruego paciencia al lector porque la discusión en materia económica suele ser árida.

 

Veamos: para efectos de estadística, la sociedad mexicana se clasifica en 10 deciles o sectores socioeconómicos de acuerdo a su ingreso per cápita familiar. El decil I representa a la población económica más vulnerable, es decir, los más pobres, mientras que el decil X a las personas de mayores ingresos del país. Una metáfora gráfica es la que ofrece Ricardo Raphael de la Madrid en su libro El Mirreynato. México es una pirámide socioeconómica de 10 pisos o deciles. La planta de abajo la habitan los más pobres y el penthouse la minoría privilegiada de este país, unos cuantos miles que equivalen a los ingresos de varias decenas de millones de mexicanos.

 

Esta pirámide de desigualdad económica social retoma un nuevo auge a partir de la publicación del economista francés Thomas Piketty “El Capital en el siglo XXI”, análisis alabado y estudiado en las Facultades de Economía de todo el mundo, pues ahí se demuestra que cuando la tasa de acumulación de capital crece más rápido que la economía, entonces la desigualdad aumenta. Se trata de otra vuelta de tuerca al papel de las instituciones gubernamentales, así como la ineficacia del mercado, a la hora de redistribuir la riqueza y el crecimiento económico.

 

Todo esto, que suena a un gran debate propio de los economistas, se convertirá probablemente en el gran debate en Puebla de cara a las elecciones en 2016 y 2018, porque nuevos datos en materia de marginación y riqueza, nos vienen a demostrar que la realidad socioeconómica del estado se ha vuelto más compleja de lo que pensábamos.

 

Hace tiempo que tenemos un montón de datos contradictorios. Por una parte, el PIB de la economía poblana es el octavo más importante del país, y entre 2010-2012, crecimos a una tasa del seis por ciento anual. En 2013 y 2014 tuvimos un crecimiento mediocre, acorde a la economía nacional. Pero a la vez, en esos años, nos convertimos en la tercera entidad más pobre de México: el informe 2013 de Coneval reportó que en Puebla había 260 mil nuevos pobres, y Oaxaca nos había superado. Debajo de nosotros ya sólo se encuentran Guerrero y Chiapas.

 

¿Qué pasó entonces? ¿Cómo una entidad con excelente nivel de crecimiento económico se había convertido en una fábrica de pobres —y de mirreyes?

 

Las cosas empiezan a quedar más claras con la Encuesta de Ingreso-Gasto del Inegi que, aunque trajo la excelente noticia de que el ingreso de las familias poblanas había crecido 22 por ciento en el periodo 2012-2014, también trae datos pésimos. Por ejemplo, que el decil X fue el más beneficiado de ese crecimiento: los ricos más ricos de Puebla incrementaron 57 por ciento sus ingresos, mientras que los más pobres de los pobres, sólo lo hicieron un nueve por ciento.

 

Con esa desigualdad, el coeficiente Gini de la entidad se fue a las nubes y se convirtió en el más alto del país. Gini es una fórmula que calcula la desigualdad de acuerdo al ingreso de los habitantes, cuyos valores son entre cero y uno. Entre más se acerca a uno el valor, implica que hay mayor concentración del ingreso, es decir mayor desigualdad. En contraste, cuando el valor de Gini se acerca a cero, la concentración del ingreso es menor y existe una distribución más equitativa de los ingresos.

 

A nivel nacional, Puebla es el estado que tiene el Coeficiente de Gini más cercano a uno con .526, cifra que creció 13.6 por ciento en relación al .442 que registró en la medición de 2012.

 

En dos años, la entidad poblana se hundió en el ránking nacional de desigualdad. En la medición del Inegi correspondiente a 2012, Puebla se ubicaba en la decimosegunda posición con el coeficiente más elevado, y eran Zacatecas y Campeche los estados con mayor desigualad de ingresos de sus habitantes.

 

Así, la diferencia de ingresos entre las familias adineradas de Puebla, equivale a 35 veces de los ingresos que reportan los poblanos con mayores carencias.

 

Sí, Puebla es hoy más rica, pero su crecimiento no se distribuye. Los ricos se han vuelto más ricos en los últimos cinco años.

 

¿Alguien tiene una explicación?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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