Friday, 26 de April de 2024

Viernes, 31 Julio 2015 02:26

Javier Corral arrasó al (ex) Niño Maravilla Anaya




Written by  Arturo Rueda

Anaya dio de que reír cuando dijo que el PAN debía ir a buscar a los jóvenes ahí donde están, que no es WhatsApp, Facebook o Twitter, sino Vine, Snapchat o Periscope. El Niño Maravilla quiso recuperar terreno y disparó su bala de plata: Corral era un incongruente porque se había reunido con Salinas y con un dictador como Fidel Castro. Con el aplomo que da la experiencia y los años, el aspirante a la dirigencia trapeó el piso con el queretano.


El barco de Ricardo Anaya hace agua, encerrando sus juegos de poder y mezquindades. Lo último que le faltaba es que su rival en la contienda interna de Acción Nacional lo arrollara en el debate, como ayer ocurrió.

 

El Niño Maravilla se llevó una tunda brutal.

 

El queretano, es cierto, trae buen media training. Se mueven bien ante la cámara. Tiene dos o tres frases armadas como en concurso de oratoria. Su cara de niño inocente lo ayuda a parecer fresco, diferente. Pero no es mucho más de eso.

 

En cambio, Javier Corral tiene un look ochentero con su bigote y peinado. Su ademán es poco suelto, lee demasiado y desenfoca a la cámara. Parece un político de experiencia, y lo es. Con eso, exhibió la bisoñez de Anaya y acrecentó las dudas que crecen sobre la conveniencia de llevar a un personaje tan limitado a la dirigencia nacional, por más apoyo que tenga del consorcio.

 

Hasta los anayistas más entusiastas terminaron decepcionados del desempeño del candidato del consorcio, que solamente pudo acomodarle un jab a Corral cuando le restregó que los últimos 25 años se la ha pasado de plurinominal.

 

De ahí no vio la suya.

 

Calificó al chihuahuense como un opositor a todo y lo llamó el AMLO del PAN.

 

Craso error: le dio un nivel histórico al compararlo con el tabasqueño.

 

Corral lo encerró cuando le pidió firmar la solicitud para limpiar el padrón interno antes de la elección y no a posteriori.

 

Anaya se hizo güey.

 

Corral se burló cuando le dijo que tiene las manos hinchadas de tanto aplaudirle a Peña Nieto. Y de ir a jugar golf con él.

 

Anaya se quedó callado.

 

Luego, lo exhibió porque su planilla se la había autorizado Moreno Valle.

 

Otra vez Anaya se quedó callado.

 

Anaya dio de reír cuando dijo que el PAN debía ir a buscar a los jóvenes ahí donde están, que no es WhatsApp, Facebook o Twitter, sino Vine, Snapchat o Periscope.

 

El Niño Maravilla quiso recuperar terreno y disparó su bala de plata: Corral era un incongruente porque se había reunido con Salinas y con un dictador como Fidel Castro.

 

Con el aplomo que da la experiencia y los años, el aspirante a la dirigencia trapeó el piso con el queretano.

 

El joven muy joven, señaló burlonamente, ofende a grandes panistas como Diego Fernández, Gabriel Jiménez Remus y Castillo Peraza, que encabezaron una misión para entablar relaciones con el régimen castrista no en beneficio del dictador, sino del pueblo cubano, lo mismo que ahora hace Estados Unidos.

 

(Anaya seguro también ignora que el PAN disfrutó de importantes posiciones gracias a las  concertaciones de Diego y compañía con Salinas de Gortari).

 

El Niño Maravilla ya estaba en las últimas. Intentó argumentar que en su dirigencia interina Acción Nacional subió ocho puntos de intención del voto en la elección federal.

 

Corral le espeto que qué importaba eso, si habían obtenido el peor resultado desde 1991.

 

Ricardo Anaya exhibió una imagen vacía, sin ideas ni argumentos.

 

Corral, con su imagen pasada de moda, limpió el piso con la vacuidad del queretano.

 

En el PAN deben pensarse muy bien quién de los dos les conviene a largo plazo.

 

Corral, por lo menos en el debate, arrasó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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