Friday, 26 de April de 2024

Lunes, 03 Agosto 2015 03:10

AMLO lidera la carrera presidencial, pero ya estuvo ahí en 2006 y perdió la ventaja




Written by  Arturo Rueda

A diferencia de 2006 y 2012, es la realidad ahora la que pone el frente a López Obrador. Me explico: el tabasqueño no ha dicho nada nuevo que no dijera en las dos candidaturas previas. No ha modificado actitudes sectarias, ni sus desvaríos ocasionales. Su propuesta económica sigue centrándose en lo mismo, el combate a la corrupción. Su lista de aliados tampoco ha crecido, ni muchos menos su maniqueísmo para distinguir entre buenos y malos. Estratégicamente, la única diferencia es que ahora tiene su propio partido


No es la primera vez que Andrés Manuel López Obrador ve a sus rivales a través del espejo retrovisor en una carrera presidencial. Rumbo a la contienda de 2006, mantuvo siempre una ventaja frente a todos sus hipotéticos rivales y la acabó desperdiciando para perder por .56 por ciento de los votos frente a Felipe Calderón. En la de 2012 remontó, pero no le alcanzó a superar a un Enrique Peña Nieto que lideró durante todo el ciclo político, aunque el mexiquense sólo tradujo una ventaja final de siete puntos. Para 2018, el tabasqueño empieza liderando con todo: le lleva 2 a 1 a la mejor panista —Margarita Zavala— y 3 a 1 al mejor priista —Osorio Chong—. ¿Ahora sí el tabasqueño podrá mantener su ventaja?

 

Hace dos o tres semanas que la clase política nacional —así como los poderes fácticos— saben que López Obrador, rumbo a 2018, trae una ventaja mayor de la que llegó a acumular en sus dos aventuras presidenciales previas. Por eso fue que Peña Nieto, en su baño de masas tricolor de la semana pasada, dedicó su discurso contra el populismo “que pone en riesgo la economía”. Varios gobernadores, sobre todo en encuentros empresariales, repiten el mismo discurso y ponen a Grecia como ejemplo del populismo nefasto. La nueva ventaja electoral del tabasqueño nos hace retroceder a los años previos a 2006, cuando se hizo todo lo legal e ilegalmente posible para detenerlo.

 

A diferencia de 2006 y 2012, es la realidad ahora la que pone el frente a López Obrador. Me explico: el tabasqueño no ha dicho nada nuevo que no dijera en las dos candidaturas previas. No ha modificado actitudes sectarias, ni sus desvaríos ocasionales. Su propuesta económica sigue centrándose en lo mismo, el combate a la corrupción. Su lista de aliados tampoco ha crecido, ni muchos menos su maniqueísmo para distinguir entre buenos y malos. Estratégicamente la única diferencia es que ahora tiene su propio partido —Morena— y no va a tener que negociar su candidatura con “Los Chuchos” u otras tribus, sino que ahora podrá imponer condiciones.

 

En esencia, López Obrador sigue siendo el mismo: mismas virtudes, mismos defectos.

 

Lo nuevo es la realidad mexicana, cada sexenio más descompuesta, y con más mexicanos hasta la madre. El país va para atrás, y ninguno de los que vencieron a López Obrador en 2006 y 2012 hicieron algo mejor. He ahí su gran oportunidad.

 

Calderón mantuvo la economía estable, pero México fue un baño de sangre. A Peña Nieto se le descompuso todo: la devaluación es galopante y no se ve en qué momento se detenga. Capturó al “Chapo”, y luego se fugó en las narices de todo el gobierno federal para vergüenza mundial. Las sospechas de corrupción son materia de cotilleo diario. Al presidente solo lo aprueba uno de cada tres, y la inmovilidad tricolor y temor reverencial a la figura presidencial impide que sus aspirantes empiecen a moverse. Van a salir retrasados y en condiciones desventajosas, llámense Osorio, Videgaray o quien se le ocurra.

 

La pregunta es si López Obrador va a poder mantener su ventaja o la va a volver a desperdiciar con lo hizo en 2006. ¿Habrá aprendido la lección o su maniqueísmo volverá a imponerse ahora que se con ventaja y partido político propio? ¿Morena será un partido santón o pragmático? ¿El tabasqueño hará las alianzas a las que se negó en 2006?

 

La encuesta de Reforma sacude la realidad que el priismo se niega a ver: el reloj sexenal no respeta a nadie y ya son varios los cuadros desatados que buscan La Grande de 2018, por mucho que Peña Nieto quiera ralentizar la disputa por el poder. El mexiquense quiere que se respeten las viejas reglas del dedazo, pero lo único que está logrando es quitarle competitividad a cualquiera de sus delfines, colocados en una situación de inmovilidad para no hacer enojar al Jefe Máximo.

 

En el PAN las noticias son contradictorias: Margarita Zavala luce como la mejor aspirante, y aunque lo hecho como gobernador de Puebla es mucho, todavía no le alcanza a Moreno Valle para despuntar como una opción clara. Estar en la encuesta ya es un mérito, y sus porcentajes no son malos tomando en cuenta que apenas lleva cinco años como una figura nacional, frente a la década y media que tiene Madero, o los más de 20 años de los Calderón.

 

Moreno Valle no es Fox, ni quiere serlo, pero su respeto reverencial a Peña Nieto no le alcanza para figurar como una opción de contraste. El poblano de hecho ha jugada más a la alianza, a que se le considere un aliado confiable en la lucha contra el populismo de AMLO, esperando que llegue su momento. Pero puede no llegar.

 

Pues bien, López Obrador lo ha vuelto a hacer: lidera la carrera con posibilidades de que la tercera sea la vencida. En los meses por venir sabremos si aprendió algo de sus dos derrotas anteriores o vuelve a dilapidar por carecer de un cálculo pragmático de alianzas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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