Friday, 19 de April de 2024

Lunes, 07 Septiembre 2015 02:39

La indignación es nuestra fuerza: Peña es el que hace crecer a AMLO




Written by  Arturo Rueda

La popularidad de Peña Nieto ya no puede estar peor, de tal forma que el contrainforme de la CIDH no hará más mella en su de por sí abollada evaluación gubernamental. Quienes pagarán las consecuencias serán los próximos candidatos a gobernadores del PRI, así como su candidato presidencial de 2018. Hasta ese momento, podremos cobrar la factura los mexicanos que asistimos impávidos a la ola de agresiones contra todos los compatriotas, a todos los niveles, a todas horas


A punto de iniciar su enésimo relanzamiento, el gobierno de Enrique Peña Nieto se topa nuevamente con la realidad que ya creía superada. El informe de los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que ayer derrumbó la “versión histórica” de los hechos ocurridos la noche del 26 de septiembre en Iguala, es el último golpe a un presidente que no ve la luz al final del túnel. Tras el Tercer Informe de Gobierno y los movimientos al gabinete, se pensó que lo peor había llegado y se tenía suficiente gasolina para entrar a la disputa de las doce gubernaturas del 2016. No la tienen.

 

Preocupados por alertarnos contra el populismo, resulta que el retorno del PRI a Los Pinos fue la salida falsa al dilema histórico de la transición democrática. La Fuga del “Chapo” Guzmán, la macro devaluación del peso, la tormenta financiera, y claro, el oscuro final de los 43 normalistas de Ayotzinapa, no hacen sino demostrar que el peor enemigo del mexicano es su gobierno, en cualquiera de sus expresiones, especialmente en sus encarnaciones responsables de la administración y procuración de justicia.

 

El profundo agujero en el que estamos sumidos se resume en el estado de indefensión que sufrimos los ciudadanos frente a nuestras autoridades. Cualquier conquista es pequeña, frente a los riesgos que sufrimos día a día. Puede decirse que los gobernantes —diputados, alcaldes, policías, militares, funcionarios, gobernadores, presidentes, senadores— son más peligrosos que el más temible de los delincuentes.

 

De vez en cuando hay justicia divina, pues los corruptos funcionarios terminan en manos de las instituciones que devoraron. No hay mejor ejemplo que la muerte trágica del talentoso Sebastián Lerdo de Tejada, casi tres años director general del Issste, y que en plena hora trágica de un ataque cardíaco, no pudo ser reanimado porque los empleados que lo recibieron en estado crítico, ignoraron todos los protocolos médicos y prefirieron arreglar las rueditas de la camilla en la que lo transportaban, según el video que presentó El Universal.

 

Así, tras difundirse el informe con el que expertos internacionales refutan el absurdo de la cremación de varios cuerpos en el basurero de Cocula, la pregunta que se reactivó fue “¿Dónde están entonces?” Pero la respuesta que se viralizó fue la siguiente: #FueElEstado y “Mentira Histórica”.

 

Pero no: no fue el Estado. En todo el caso, fue el Gobierno, o sus distintas expresiones. Porque uno de los resultados de la investigación fue demostrar la falsedad de la orden del edil de Iguala, José Luis Abarca, que según la PGR ordenó abatirlos porque los normalistas iban a causar desmanes en el informe de su esposa.

 

Falso: los normalistas llegaron a Iguala una hora después de que había terminado el segundo informe de la esposa de Abarca. Pero todos los niveles tomaron parte en la persecución de los cinco autobuses: había municipales, federales, militares. Todos fueron copartícipes. Al final, resultó que sin querer, los estudiantes secuestraron el camión equivocado, el que tenía un cargamento oculto de heroína. Y que eso dio origen a la matanza. Error mortal para quienes lo sufrieron, y maldición eterna para Peña Nieto que nunca supo conducir la exigencia de justicia.

 

Así se observa la indefensión de los ciudadanos. Lo mismo a manos de unos diputados que deciden bloquear candidaturas independientes, o autoridades fiscales que ordenan persecuciones, o ministerios públicos que no encuentran un cadáver, o una desaparición que más tarde se convierte en el feminicidio #165. Estamos en sus manos: mandan sobre nuestras vidas, nuestras muertes o nuestros patrimonios.

 

La popularidad de Peña Nieto ya no puede estar peor, de tal forma que el contrainforme de la CIDH no hará más mella en su de por sí abollada evaluación gubernamental. Quienes pagarán las consecuencias serán los próximos candidatos a gobernadores del PRI, así como su candidato presidencial de 2018. Hasta ese momento, podremos cobrar la factura los mexicanos que asistimos impávidos a la ola de agresiones contra todos los compatriotas, a todos los niveles, a todas horas.

 

Muy preocupado por el populismo y la salida fácil que pueden representar algunos como Andrés Manuel López Obrador, Peña Nieto no entiende que el combustible para el crecimiento de Morena, e incluso de las opciones independientes, es el “Chapo” Guzmán, la devaluación, la crisis financiera, Ayotzinapa. La indignación es nuestra fuerza, y aunque a veces flaquea, cada nuevo error y cada nuevo ridículo internacional nos devuelven la convicción del error histórico que fue regresar al PRI a Los Pinos.

 

Y sí, mucho Beltrones, pero en Puebla el próximo año, quien sea el candidato del PRI, va a ser el pagano de la madre de todas las crisis que se gesta desde hoy.

 

 

 

 

 

 

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