Friday, 19 de April de 2024

Martes, 22 Septiembre 2015 02:59

El costo de poner todos los huevos en una sola canasta (de los alemanes de VW)




Written by  Arturo Rueda

En las horas decisivas de 2012, cuando se realizaban las negociaciones secretas en Wolfsburgo entre los directivos de Volkswagen y funcionarios del gobierno morenovallista para convencerlos de traer la planta Audi a Puebla, analistas advirtieron que había un gran riesgo si los alemanes llevaban una segunda planta a la entidad: la diversificación de empresas armadoras —como ocurre en Guanajuato— se volvería imposible. Casi como el comercial de Telcel, todo Puebla se convertiría en Territorio Volkswagen


A Volkswagen le espera un largo periodo de sequía en Estados Unidos, pues las consecuencias jurídicas y económicas del dieselgate van a ser de largo plazo. Esa larga sequía arrastrará a la economía poblana por lo menos durante la próxima década, pues la promesa de un boom automotriz con la ampliación de la planta en Cuautlancingo y la instalación de Audi en Chiapa no se va a materializar. El daño a la confianza de los consumidores estadounidenses por el fraude ambiental va a provocar que, por lo menos en una década, nadie quiera comprar vehículos de VW o de Audi. Se nos murió la gallina de los huevos de oro. O mejor dicho, los directivos de la trasnacional germana la mataron con un caso claro de corrupción que mancha la reputación de la firma.

 

Los medios de comunicación estadounidenses inciden en la cobertura noticiosa del dieselgate para reflejar la molestia de los consumidores que se sienten “traicionados, engañados y hasta abusados”, según relata The New York Times. Algunos comienzan a organizarse para plantear demandar civiles colectivas y obtener millonarias indemnizaciones. El enojo proviene del sentimiento traicionado de “comprar un coche limpio”, pues en la última década VW asumió su compromiso ecológico en materia de disminución de emisiones para diferenciarse de Toyota, su gran rival en el mercado mundial de la factura automotriz.

 

Este caso de fraude ambiental no se entiende muy bien en México, donde las normas ecológicas y órganos reguladores son prácticamente inexistentes. Pero en Estados Unidos lo que hizo Volkswagen fue gravísimo, con consecuencias de largo plazo una vez que el CEO mundial, Martin Winterkorn, aceptó la estafa y ofreció disculpas a los consumidores, aunque no aclaró el porqué se manipuló el software ni la cadena de responsabilidad al interior de la armadora. ¿Fue una decisión de la Junta o corrupción de los directores de las plantas, entre ellas la mexicana?

 

El descenso brutal en las ventas de VW en Estados Unidos se va a reflejar inmediatamente en una producción a la baja en la planta poblana, involucrada directamente en el escándalo porque tres de los vehículos señalados por el órgano regulador ambiental fueron producidos en Cuautlancingo. El New Beetle, el Jetta y el Golf VII, todos en su versión TDI, contenían el software malicioso para disminuir artificialmente la emisión de contaminantes que engañó a los consumidores, y al órgano regulador norteamericano entre 2008 y 2015.

 

Menores ventas, menores producción, menores plazas de trabajo, menores compras a proveedores. Un círculo vicioso que está a punto de arrancar, y que va a detonar una crisis en la economía poblana totalmente dependiente en su crecimiento de la exportación automotriz. El año en que VW llegó a su récord histórico de producción en la planta de Cuautlancingo, 600 mil vehículos, en 2012, la economía poblana creció arriba del 6 %. Y desde entonces, a la baja.

 

Para el próximo año, los directivos de VW planeaban conquistar el mercado estadounidense con sus nuevas Tiguan —a producirse en la planta de Cuautlancingo— y con las Audi Q5 —en la nueva armadora de San José Chiapa—, pero ahora esos planes tendrán que detenerse. El mercado interno mexicano es incapaz de asumir la producción, así que necesariamente los números se van a ir a la baja en una clara recesión.

 

La economía poblana va a sufrir el castigo que los consumidores estadounidenses le van a imponer a los ex impolutos alemanes. La multa, por supuesto, no va a llegar a los 18 mil millones, y analistas expertos la calculan más o menos en mil millones de dólares. Pero su caída accionaria ayer en la Bolsa de Frankfurt ya es suficiente castigo, pues ayer perdieron 15 mil 348 millones de dólares de su valor de mercado, y se calcula que hoy los títulos de la armadora germana se van a devaluar otro tanto. Si no fueran una empresa tan sólida financieramente, mañana caerían en quiebra.

 

Hay algo de fatídico en cómo este desplome va a arrastrar a la economía poblana. En las horas decisivas de 2012, cuando se realizaban las negociaciones secretas en Wolfsburgo entre los directivos de Volkswagen y funcionarios del gobierno morenovallista para convencerlos de traer la planta Audi a Puebla, analistas expertos avisaron que había un gran riesgo si los alemanes llevaban una segunda planta a la entidad: la diversificación empresas armadoras —como ocurren en Guanajuato— se volvería imposible. Casi casi como el comercial de Telcel, todo Puebla se convertiría en Territorio Volkswagen.

 

La advertencia se cumplió puntualmente: luego de Audi, ninguna otra armadora quiso venir a la entidad pese a que BMW, Honda, Nissan y varias más anunciaron nuevas plantas para continuar el boom de la industria automotriz. Sí, se pusieron los huevos en una sola canasta. La canasta de los alemanes. Una canasta que, por la próxima década, irá a la baja.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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