No es de Dios trabajar en el gabinete de Moreno Valle.

“Celularazos”, gritos, humillaciones en público, regaños en privado, mensajes intimidantes de BB PIN y desapariciones misteriosas son las prácticas comunes.

El gobernador poblano ya acumula 72 relevos rumbo a su quinto año de gobierno.

No hay precedente de tantas modificaciones, y eso que todavía le hacen falta dieciséis meses.

Es un gabinete servilleta: úsese y tírese.

Nadie tiene la chamba asegurada es su primer principio.

Todos sirven para todo es el segundo.

La dignidad es un algo que estorba, el tercero.

El gobernador se equivoca constantemente, pero se puede disimular con otros nombramientos, el cuarto.

Y quinto, finalmente, en el gabinete hay que poner la menor cantidad posible de poblanos.

Bajo estos cinco principios, el gabinete morenovallista es una fórmula de ensayo y error permanente.

No hay paz, estabilidad o continuidad en el trabajo.

Un día se puede importar a algún fuereño y presumir sus mejores credenciales, y al otro desaparecerlo para hacer otra incorporación (previo paso a la nómina de asesores).

Errores garrafales por decenaspara quien se precia de cuidar el perfil de sus colaboradores con extremo cuidado.

A la viuda colosista José Luis Soberanes Reyes nos lo vendieron como la última coca del desierto.

La pobre Cristina González Medina, recomendada ampliamente por Javier Lozano Alarcón, fue un alma en pena en los meses que atendió la Secotrade.

El gobernador elogió ampliamente a Consuelo Anaya en Salud, y luego la destituyó fulminantemente.

¡Y, por Dios, las historias que se cuentan de los fuereños!

Al nadador Antonio Argüelles, recomendado de Luis Maldonado para la SEP, Moreno Valle no lo dejaba ni subir al helicóptero por no reconocerlo.

Nunca nadie se aprendió el nombre de Malcom Alfredo Hemmer Muñoz, el desnorteado que se prestó a venir a la Contraloría.

Unos sí conocen la dignidad, y mejor agarraron sus cositas y se retiraron como Myriam Arabian y Amy Camacho Wardle.

Otros de plano son como saleros: donde los pongan con tal de seguir subidos al caballo, como Antonio Gali López, titular de Secotrade y luego degradado a Jefe de Oficina y luego degradado otra vez a Director de Atención Ciudadana.

Comunicación Social es el gran caos, con cinco titulares, y otros dos en Puebla Comunicaciones.

También ha habido castigos sumarios, como la desaparición de la secretaría del Transporte para humillar a Bernardo Huerta.

O las dependencias creadas o desaparecidas ad hominem, puesto que Servicios Legales dejo de existir cuando Juan Pablo Piña renunció cansado de los malos tratos, aunque luego volvió al redil.

Muchos se quedaron cuando debieron irse, como Facundo Rosas, y otros ocuparon el lugar como estación de paso a otras ambiciones, como Ardelio Vargas.

Unos aguantaron y se fueron para arriba, como Antonio Gali, Jorge Aguilar Chedraui o Eukid Castañón.

Otros no y sufrieron el desprecio eterno, como Fernando Manzanilla.

Ha habido pocas sorpresas agradables, como Roberto Rivero Trawartha y Rodrigo Riestra Piña, y otros nombramientos absurdos como el de Juan Carlos Lorenzini.

Otros, por más tontos o ineptos que sean, tienen un lugar asegurado por ser amigotes del góber, como Cabalán Macari.

72 cambios en lo que va del sexenio.

O Moreno Valle se equivoca mucho al elegir a sus colaboradores, o sus colaboradores se equivocan mucho al querer trabajar para él.