Friday, 26 de April de 2024

Lunes, 05 Octubre 2015 02:49

Fox y El Bronco: la utopía del gobierno de los rancheros buenos




Written by  Arturo Rueda

Jaime Rodríguez usa la misma técnica: recurre al discurso antisistema de descalificación a los partidos para eludir las definiciones de fondo. ¿Alguna vez ha criticado a Peña Nieto? ¿Al PRI? ¿Se ha pronunciado sobre los 43 desaparecidos de Ayotzinapa? ¿Sobre la devaluación del peso o el fracasado Presupuesto Base Cero? ¿Sobre la crisis de derechos humanos descubierta por la Comisión Interamericana? ¿Sobre la fuga del Chapo?


En el año 2000, la epopeya del ranchero bueno que salvaría a México se tradujo, meses después, en la tragedia de un presidente diminuto ante el papel que la Historia le había reservado. Con ese antecedente, quince años después, los mexicanos caen seducidos por otro ranchero, en este caso norteño, que promete acabar con la plaga de los partidos políticos y de los políticos profesionales. Vicente Fox y El Bronco son lados de una misma moneda: el exitoso discurso de campaña, la genial campaña de marketing, que en realidad es un discurso hueco, imposible de aprobar el duro examen de la realidad.

 

El Bronco es, hasta ahora, un conjunto de gestos histriónicos y de palabrería antisistema. Su llegada a caballo al Palacio de Gobierno de Nuevo León, así como la promesa de sacar la silla y escritorio del ex mandatario Rodrigo Medina, a la que colocó el letrero que dice “Peligro. No sentarse. Esta silla enferma de poder y egolatría”, no es más que un populismo de derecha. Su discurso en la Arena de Monterrey fue un compendio de los lugares comunes que pronunció en campaña. Contra los partidos. Contra los políticos rateros. Contra los deshonestos. Un dedo flamígero que apunta hacia todo y hacia nada.

 

Como antes lo hizo Fox, ahora lo hace Jaime Rodríguez. Se aprovechan de la eterna ingenuidad del pueblo mexicano, siempre a la espera de salvadores. Y si son rancheros mejor.

 

Como antes lo hizo el guanajuatense, El Bronco elude las cuestiones de fondo. Y los cómos. En la campaña presidencial de 2000, Fox prometió resolver el conflicto zapatista en 15 minutos. Ofreció castigar a los corruptos. Ofreció aplicar a todo México la receta de progreso que había aplicado en su estado. No hizo nada de eso. Pero en campaña su ¡Ya, ya, ya! fue muy efectivo.

 

Jaime Rodríguez usa la misma técnica: recurre al discurso antisistema de descalificación a los partidos para eludir las definiciones de fondo. ¿Alguna vez ha criticado a Peña Nieto? ¿Al PRI? ¿Se ha pronunciado sobre los 43 desaparecidos de Ayotzinapa? ¿Sobre la devaluación del peso o el fracasado Presupuesto Base Cero? ¿Sobre la crisis de derechos humanos descubierta por la Comisión Interamericana? ¿Sobre la fuga del Chapo?

 

¡Por supuesto que no!

 

El Bronco elude cualquier cuestión de fondo. Hace una semana vino a Puebla, y en vez de criticar a Moreno Valle por las muchas cosas criticables que tiene su gobierno, se fue por las ramas y apenas lo hizo por los candados antiBronco. Así lo hizo en casi todas las entidades que visitó previo a su toma de protesta, donde aprovechó para sembrar posibles candidatos independientes que sean su plataforma nacional para aspirar a Los Pinos en 2018.

 

Como narré la semana anterior, El Bronco se reunió en La Vista con un grupo eminente de poblanos que construyen una candidatura independiente cuyo objetivo, más que ganar Casa Puebla, es descarrilar el proyecto morenovallista. Pero de esos poblanos eminentes solamente dos fueron requeridos a su toma de protesta: José Juan Espinosa, alcalde de San Pedro Cholula, y Beto Merlo, el joven universitario que contendió en el distrito VI en las elecciones federales.

 

En otras palabras: ni Eduardo Rivera Pérez, ni Ana Teresa Aranda ni Fernando Manzanilla fueron invitados al evento político del año. El alcalde naranja, incluso, tuvo la oportunidad de cabalgar con El Bronco previo a la llegada a la Arena de Monterrey, y aunque Merlo estuvo más alejado, lo tienen visto como un cuadro prometedor para el futuro de los independientes.

 

Los mexicanos tenemos una nueva ilusión en la política que, inevitablemente, terminará siendo una desilusión más. No se trata de ser pesimistas, sino de que estos excelentes candidatos —como Fox o el Bronco— carecen de profundidad. Son más forma que fondo. Más ocurrencia que proyecto. Simplemente se aprovechan del hartazgo ciudadano y de la indignación.

 

"Yo no voy a hacer 100 obras para los 100 días de gobierno que terminan siendo ocurrencias y 100 pendejadas. Ayúdenme, no me dejen sólo. No soy Superman ni Santa Claus", dijo El Bronco en la Arena Monterrey, y prometió no pagarle un peso a la televisión, aunque no hizo lo mismo con los pagos a medios como El Norte, el gran soporte de su campaña.

 

El Bronco podrá ser independiente de los partidos, pero no de los empresarios que forman el poderoso grupo de los 10 de Nuevo León. Ingenuo quien piense semejantes cosas, y ya se sabe que en la política la ingenuidad es otra forma de llamarle a la pendejez

 

 

 

 

 

 

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