Thursday, 25 de April de 2024

Jueves, 08 Octubre 2015 03:09

Juan Carlos Mondragón, ese moderno nazi arrepentido




Written by  Arturo Rueda

Como Albert Speer, Juan Carlos Mondragón es un nazi arrepentido. No sabemos si por convicción o conveniencia. Mientras fue parte del régimen, tomó parte en decisiones polémicas, pese a que “de manera personal intentó disuadirlo para corregir el rumbo”. Es decir, en lo personal. En lo político siguió apoyando hasta que, literalmente fue expulsado de la dirigencia estatal del PAN. Y aun así siguió negociando: pese a que ya había una ruptura de fondo, aceptó formar parte de la lista plurinominal de la coalición Puebla Unida.


Albert Speer fue uno de los jefes nazis que se salvó de la condena de muerte en los juicios de Nuremberg. Aunque fue uno de los personajes más cercanos a Hitler, ministro de armamento y arquitecto del Tercer Reich, mostrando arrepentimiento, congoja y empatía sobre los horrendos crímenes del Holocausto consiguió que la pena de muerte fuese cambiada por una condena de 20 años de prisión. Speer aseguró hasta el último día de los juicios que él nada sabía de este crimen de masas. Juan Carlos Mondragón es el Albert Speer de nuestros días: aunque colaboró directamente a encumbrar al morenovallismo en Casa Puebla, hoy protagoniza un mea culpa, tras perder la curul que negoció en 2013 como precio a su silencio.

 

Tras conocerse la asignación al partido satélite, Compromiso por Puebla, de la curul que dejó vacante Eukid Castañón al asumir la diputación federal, el ex dirigente panista hace un acto de constricción y anuncia que, pese a tener derecho a controvertir la decisión del Instituto Estatal Electoral ante los tribunales federales, decidió no hacerlo. ¿Por qué? Como un mea culpa, un acto de autoflagelación. Un castigo autoimpuesto que nos dio a conocer en un artículo de opinión publicado en el portal e-consulta.

 

¿Y cuál es su pecado?

 

Leamos al ex dirigente panista en su mejor versión de un San Pablo autoflagelado. “He decidido no acudir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a manera de mea culpa. Como corresponsable del arribo de Rafael Moreno Valle al gobierno de Puebla, no puedo más que pedir perdón a los panistas y a los poblanos por tan grave error. Puebla no merece lo que está sucediendo: lejos de una transición a la democracia como lo ofrecimos en 2010, lo que hoy se vive es el gobierno de lo mismo y por los mismos, pero mutados en otras siglas partidistas. Pensé, como muchos dentro del PAN, que ésta sería una oportunidad para construir un proyecto diferente en Puebla. Sin embargo, los acuerdos realizados en diferentes momentos tanto con representantes sociales como con las dirigencias estatal y nacional del PAN en relación a la forma de gobierno que debiera adoptarse, nunca fueron honrados”.

 

Sigue escribiendo el nazi arrepentido: “La vida pública de Rafael nos demuestra que la mentira, la manipulación y la hipocresía están enraizadas en su naturaleza, y que en su proyecto, al cual le falta sentido social y le sobra narcisismo, sólo caben quienes —temporalmente— le son útiles y serviles. Por ende, en descargo de esa grave responsabilidad que tuve y en congruencia con lo antes expresado, decido no impugnar esta desaseada acción”.

 

Querido lector: prepare los pañuelos porque aquí viene el sentimentalismo. “Mi relación con Rafael nunca fue buena; de hecho, todo lo que hoy escribo se lo dije en distintos momentos, y varios testigos hay de ello. Intenté de manera personal disuadirlo para corregir el rumbo. Sin embargo, ni lo mío son las formas políticamente correctas, ni lo suyo es escuchar. Por ello, no me sorprenderá la respuesta de sus espadachines a sueldo: se trata nuevamente, dirán, de la reacción de quienes no saben ganar elecciones. Sin embargo, los que han infiltrado al PAN tampoco lo saben hacer; más bien, las saben comprar, como lo hacía el régimen de antes”.

 

Cierra su lacrimosa carta el joven Mondragón: “Finalmente, renuncio a ser de los que se les agota la vida en ostentar un cargo público. Si bien es uno de los mejores vehículos para cambiar la realidad social, lo cierto es que también hay otras alternativas. Y creo que el precio de acceder a ellos jamás debe ser el de la propia dignidad. Desde que salí de Puebla, decidí aprovechar la distancia para profundizar en mi formación académica e invertir en el desarrollo de mi familia, confiado de que ya vendrán otras opciones para luchar por el cambio social y económico de México”. (Aplausos)

 

Como Albert Speer, Juan Carlos Mondragón es un nazi arrepentido. No sabemos si por convicción o conveniencia. Mientras fue parte del régimen, tomó parte en decisiones polémicas, pese a que “de manera personal intentó disuadirlo para corregir el rumbo”. Es decir, en lo personal. En lo político siguió apoyando hasta que, literalmente fue expulsado de la dirigencia estatal del PAN.

 

Y aun así, siguió negociando: pese a que ya había una ruptura de fondo, aceptó formar parte de la lista plurinominal de la coalición Puebla Unida que, en teoría, le aseguraba una curul en el Congreso del Estado. La repartición no llegó hasta él, sino que paró en Fernando Manzanilla, quien fue suplido por Eukid Castañón. Mondragón se inconformó y acudió al TEPJF, pero no le dieron la razón.

 

¿Es válido a estas alturas el arrepentimiento de Juan Carlos Mondragón luego de su complicidad activa con el régimen? ¿Es suficiente para descargarse de responsabilidad ante la Historia no acudir a un juicio que muy probablemente perderá?

 

¿Cuántos nazis arrepentidos seguirán el ejemplo de Mondragón para obtener el perdón de Puebla?

 

 

 

 

 

 

 

 

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