Thursday, 18 de April de 2024

Jueves, 29 Octubre 2015 03:10

Beltrones no hace jefe a Marín: le da la oportunidad de reparar su error de 2010




Written by  Arturo Rueda

La comida de Fernando Morales en Ciudad Serdán para Tony Gali rompió ese equilibrio pactado. Aunque físicamente Melquiades se encuentre fuera de Puebla, la presencia de Fernando es un mensaje de que la estructura de su papá va a operar para el morenovallismo. Entonces, Beltrones autorizó la reunión que Marín le venía pidiendo desde hace meses —según fuentes del CEN—, y aceptó enviar el mensaje de que la estructura marinista será la base para contrarrestar la estructura melquiadista.


Desde la derrota de 2010, Mario Marín inició su periplo al desierto en la política nacional. Va, viene, se le recibe, se beneficia de sus amigos. Pero siempre en el drenaje, fuera de la vista del público, lejos de los reflectores. Como a un plomero al que se necesita, pero no se le invita a la mesa. En estricto sentido, ha sido un ex gobernador vergonzoso. Su lugar natural son las puertas traseras, no las delanteras. El PRI regresó a Los Pinos, pero Marín no fue tomado en cuenta: ni como secretario, ni como senador, ni diputado federal, ni nada. Vaya, ni estatus de delegado del tricolor en algún estado fue colocado, ese cementerio de elefantes honorables. La clase política tricolor sabe la verdad: el poblano se equivocó al elegir a sus candidatos —Zavala y Mario Montero— en el mejor de los casos. En el peor, pactó la derrota con Felipe Calderón vía Elba Esther Gordillo, lo que le ganó un certificado de inmunidad.

 

La infamia está asociada a Mario Marín hasta que el PRI regrese a Casa Puebla. Reparar su error histórico en 2016 es su oportunidad para la que ha esperado pacientemente. Desde las sombras, aprovechando ese certificado de impunidad, Marín operó electoralmente en 2015 y se adjudicó victorias en algunos distritos. Pero ni así fue perdonado por la clase política priista. César Camacho nunca se tomó una foto con él, y mucho menos algunos de los peces gordos como Miguel Ángel Osorio Chong.

 

Ese ostracismo se terminó ayer, cuando su secretario particular divulgó el testimonio de la reunión con Manlio Fabio Beltrones en sus oficinas del CEN, y todo Puebla se pregunta qué significa esa alianza. La interpretación facilista de “Marín ha regresado” es insuficiente, porque con o sin fotografía con Beltrones, el ex gobernador ha hecho vida política y vida pública. Su prerrogativa más grande es que Rafael Moreno Valle declaró una y otra vez que “no se le encontró nada”, y que por tanto no hubo persecución judicial, aunque sí mediática. Para efectos, Marín está libre de culpa.

 

¿Por qué Manlio Fabio Beltrones aceptó que se divulgara la reunión con el ex gobernador poblano?

 

Porque en política no hay vacíos: unos días después de que Fernando Morales Martínez ofreció una comida en Ciudad Serdán al candidato morenovallista, el dirigente nacional del PRI levantó el veto que tenía a Mario Marín y lo recibió en sus oficinas del Comité Ejecutivo Nacional. El mensaje es unívoco: si el morenovallismo cuenta entre sus activos a un ex gobernador tricolor —Melquiades Morales Flores— que sumará familia y estructura a Antonio Gali Fayad, ésta será neutralizado por el único ex gobernador que permanece en el PRI, por más o menos que aporte a la operación electoral. Beltrones, así, bendijo el activismo marinista y autorizó hacer pública la reunión para enviar un mensaje contundente: Marín será un corrupto y desprestigiado, pero es NUESTRO corrupto y desprestigiado.

 

Beltrones no tiene generales en Puebla. Don Guillermo Jiménez Morales, además de vetarro venerable, cobró en la nómina del régimen durante los primeros años. Mariano Piña Olaya ni fu ni fa, pero su hijo es diputado federal de Acción Nacional y connotado miembro del régimen. Manuel Bartlett Díaz es pejista y si opera para alguien, será para Morena. Las únicas estructuras en las que puede apoyarse Beltrones para reconquistar Puebla son las de Melquiades Morales o de Mario Marín.

 

El presidente del CEN se reunió hace días con Melquiades y pactaron un compromiso: el ex gobernador sería designado delegado regional en algunas entidades del norte del país para alejarse del tema Puebla y así demostrarle a su partido que no era desleal. El sonorense aceptó el acuerdo. Agradecido con su viejo amigo, no hubo fotografía ni se divulgó el encuentro. Fue un pacto sotto voce.

 

Pero la comida de Fernando Morales en Ciudad Serdán para Tony Gali rompió ese equilibrio pactado. Aunque físicamente Melquiades se encuentre fuera de Puebla, la presencia de Fernando es un mensaje de que la estructura de su papá va a operar para el morenovallismo. Entonces, Beltrones autorizó la reunión que Marín le venía pidiendo desde hace meses —según fuentes del CEN—, y aceptó enviar el mensaje de que la estructura marinista será la base para contrarrestar la estructura melquiadista.

 

En los hechos, lo único que Beltrones hizo fue darle a Marín la  oportunidad de enmendar su error histórico. Ni más, ni menos. No significa que tendrá voz en la definición de candidato —recuerden su error al elegir abanderados en 2010—, ni que Peña Nieto le vaya a consultar. Tampoco que será una especie de jefe del tricolor de facto, ya que también está demostrada su incapacidad de comandante en jefe.

 

La foto de Marín con Beltrones significa que el partidazo le ha quitado el veto para darle la posibilidad de enmendar su error histórico del 2010. Y que de ello depende que el ex gobernador sea tomado en cuenta para otras cosas: una diputación plurinominal en 2018, una candidatura al Senado, una incorporación al gabinete en el segundo o tercer nivel. Bueno, aunque sea una designación como delegado del partido. Su misión fundamental es contrarrestar a la estructura melquiadista.

 

Cualquier otro análisis es una chaqueta marinista de quienes se beneficiaron en ese sexenio. (Y que también se equivocaron en 2010).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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