Tuesday, 19 de March de 2024

Viernes, 18 Diciembre 2015 02:22

Beltrones, el clavo ardiendo del tricolor para 2016




Written by  Arturo Rueda

La sensación general con la que los priistas cierran el 2015 es la de la incertidumbre, la misma que tenían en 2014: ¿en verdad se le quiere ganar al morenovallismo? ¿Hasta dónde llegan los pactos firmados con Los Pinos y algunos personajes del gobierno federal? Si se quiere ganar, ¿cuáles son los instrumentos que se le va a dar al candidato?


El Revolucionario Institucional, a finales del 2015, se encuentra más o menos en el mismo estado depresivo en el que se encontraba a finales del 2014: sin candidatos, estrategia o recursos para enfrentar al morenovallismo. La incertidumbre en la definición de candidato, por más que se insista en promocionar a la senadora Alcalá, provoca un vacío de poder que ya no puede contener Ana Isabel Allende Cano, quien ayer salió derrotada del Consejo Político Estatal y carece de oxígeno para conducir el 2016.

 

Aprovechando los tiempos estatutarios, la dirigente priista quiso darle un albazo hasta al delegado nacional Rogelio Cerda, a quien le platicó que el jueves 17 de diciembre habría un Consejo Político para aprobar el mecanismo de selección de candidato, y de paso, aprobar algunos cambios de rutina. Esos cambios “de rutina” eran, nada más y nada menos, hacerse con la presidencia de la Comisión de Procesos Internos dándole un guillotinazo a Bárbara Ganime. Así, aunque la ex diputada federal abandonara en febrero próximo el Comité Estatal, mantendría influencia suficiente sobre el proceso.

 

Sus planes fueron frustrados. El reportero Gerardo Ruiz adelantó en CAMBIO la exclusiva de la sesión del Consejo Político Estatal, así como la intención de guillotinar a Bárbara Ganime, que si bien no es una autoridad moral dentro del partido, es una figura que genera consensos en prácticamente todos los grupos. ¿Allende a quién pretendía colocar ahí? El nombre nunca trascendió la orden del día, sino que fue secuestrada y hasta se le regateó al delegado del CEN, quien escuchó posturas diferentes y se propuso darle juego a los sectores.

 

La sesión de Consejo Político Estatal de ayer fue un desastre para Ana Isabel Allende, quien acumula informes negativos en el escritorio de Beltrones, quien ya dio luz verde para su remoción. La rebelión de los sectores, sobre todo de la CNOP y CTM, dio resultados, pues la lideresa reculó en su intención de apoderarse de la Comisión de Procesos Internos, así como de otros tres órganos. Allende prácticamente se quedó sola: ninguno de los aspirantes confía en ella, y el delegado la ve poco madura para conducir con éxito el 2016. Su tiempo al frente de la dirigencia estatal se agotó.

 

Pero hubo cosas más raras en ese Consejo: Blanca Alcalá, aunque ya terminó su periodo ordinario en el Senado, no asistió. ¿No era el momento idóneo para placearse y generar adhesiones? En vez de ello, dos o tres sujetos llevaban paquetes con fotocopias para hacerle guerra sucia a la senadora. Alcanzaron a repartir pocos, gracias a que sus simpatizantes lograron arrebatar los paquetes. ¿Quién maquina la guerra sucia contra Alcalá? ¿Quién se beneficia?

 

En ausencia de la candidata destapada, Marín volvió a asumir protagonismo, teniendo a diestra y siniestra a otros dos de los finalistas, Enrique Doger Guerrero y Alberto Jiménez Merino, quienes ocuparon los lugares de honor. Por si de última hora se hacen con la candidatura, todo mundo pasó a persignarse con ellos.

 

Pero el miedo a una expresión grotesca dominó el Consejo Político y por eso se prohibió la entrada a la prensa, para que en caso de un abucheo o gritoniza no quedara registro. Con esa cerrazón Ana Isabel quemó sus últimas balas.

 

La sensación general con la que los priistas cierran el 2015 es la de la incertidumbre, la misma que tenían en 2014: ¿en verdad se le quiere ganar al morenovallismo? ¿Hasta dónde llegan los pactos firmados con Los Pinos y algunos personajes del gobierno federal? Si se quiere ganar, ¿cuáles son los instrumentos que se le va a dar al candidato?

 

En diciembre del 2014 los priistas se fueron a las vacaciones con esas dudas, y seis meses después se alzaron con la victoria en nueve distritos electorales. La gran esperanza es Manlio Fabio, un político duro que va a morir matando, como demostró en las dos semanas anteriores cuando evitó que Arturo Escobar fuera consignado ante un juez, y con ello, evitó una crisis electoral por romper su alianza con el PVEM. La intención de algunos personajes del gobierno federal por dinamitar la coalición natural con el Verde no resultó gracias a la sagacidad del sonorense, quien ocupó mucha dinamita mediática en debilitar a Santiago Carrillo, el titular de la Fepade.

 

A ese expertis se aferran los priistas poblanos, pero en realidad nadie sabe qué piensa Beltrones, pues ni siquiera se ha programado gira en la entidad. La rueda sigue girando y el morenovallismo no debe cantar victoria: en diciembre del 2014 había euforia por lo que se consideraba sería una victoria contundente, y seis meses después estaban llorando

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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