Friday, 29 de March de 2024

Martes, 14 Abril 2015 02:10

Puebla, un salto difícil a la modernidad




Written by  Arturo Rueda

La principal resistencia al cambio, sin embargo, proviene de los ciudadanos acostumbrados por décadas a un esquema disfuncional. ¿Quién podría extrañar a los Galgos del Sur y a los Agua Azul-Mayorazgo? Nadie en su sano juicio, pero sí los hay. Para estos poblanos, RUTA tiene varios defectos: no se paran en las esquinas de cada calle a recoger o bajar pasaje; no corren como Rápidos y Furiosos; hay que caminar a las terminales, no se puede tomarlos donde a cada uno se le hinchen los tompiates.


A las 7:30 de la mañana, resultados de las prisas y aglomeraciones en la terminal Sur de la línea 2 de RUTA, se desató un mentadero de madres en contra del gobierno morenovallista, al tiempo de que decenas de usuarios comenzaron a gritar que preferían el regreso de los Galgos del Sur y los Agua Azul-Mayorazgo. Es decir, los poblanos del sur de la capital, prisioneros del Síndrome de Estocolmo, demandaron a gritos el regreso de los camiones que por décadas los martirizaron, les prestaron un terrible servicio, provocaron accidentes y muertos, pero eso sí, se paraban en cada esquina para recoger el pasaje y sobraban unidades para que todos se subieran. Para estos usuarios, más vale malos por conocidos que buenos por conocer. Un caso digno del psiquiatra.

 

En caso de decidirse a escribirlo algún día, el caso del transporte público en Puebla sería uno de los capítulos imprescindibles de la versión morenovallista de Un salto difícil a la modernidad, el libro que Carlos Salinas de Gortari escribió a finales del siglo pasado para demostrar ante la Historia, con un mamotreto de mil páginas, lo exitoso que fue su gobierno a pesar de las resistencias que encontró en la sociedad mexicana. Algo así le ocurre a Puebla: Moreno Valle impulsa una modernización que entra con calzador en los grupos de interés, pero también en los ciudadanos de a pie.

 

El último caso es la entrada en operaciones de la línea 2 de RUTA en el troncal de la 11 Sur, criticada por los ciudadanos por las aglomeraciones que se viven por la falta de unidades, lo que ha provocado retrasos para llegar al trabajo y la escuela. El deporte local ayer fue pegarle a RUTA. Con razón, porque la hora pico fue un martirio para miles de poblanos que buscaban abordar un autobús. Sin razón, porque es evidente que el nuevo esquema todavía está ajustando sus frecuencias de paso, así como las unidades necesarias para brindar el servicio. Además, claro, que como es gratis, pues a la gorra ni quien le corra.

 

Se entiende la resistencia de los grupos de interés en la modernización del transporte público, específicamente de los concesionarios que perdieron un negocio que les dejaba al año más de 120 millones de pesos de ganancias líquidas. También se entiende en el caso del PRI, pues con el rescate de esas concesiones, además de la salida en circulación de cientos de camiones de los Galgos del Sur, así como los nefastos Agua Azul-Mayorazgo, perdieron su mecanismo de movilización de acarreados a sus eventos, así como para llevarlos a votar.

 

Pero, ¿y la resistencia de los ciudadanos a los cambios? ¿Y de los empresarios?

 

Desde el arranque de la línea 1, allá por 2012, fueron cientos los que pusieron el grito en el cielo. Primero fueron los automovilistas quienes se pusieron fúricos por la prohibición de las vueltas a la izquierda. Luego de los usuarios, que se resisten a comprar sus tarjetas de abono y prefieren seguir pagando en efectivo. Y si algo faltaba para que el esquema saliera mal, fue la pésima administración de los propios concesionarios que se tranzaron entre ellos mismos, quebrando a la Sapi (Servicios Articulados de Puebla), que derivó en un horror de servicio, la falta de pago a choferes y hasta para la compra de refacciones. El gobierno morenovallista entró al quite, y actualmente Carreteras de Cuota tiene que hacer lo que los empresarios no pudieron: administrar correctamente.

 

La principal resistencia al cambio, sin embargo, proviene de los ciudadanos acostumbrados por décadas a un esquema disfuncional. ¿Quién podría extrañar a los Galgos del Sur y a los Agua Azul-Mayorazgo? Nadie en su sano juicio: éstos contaminaban, prestaban un pésimo servicio, competían por el pasaje dejando un rastro de accidentes y muertos. Para estos poblanos, RUTA tiene varios defectos: no se paran en las esquinas de cada calle a recoger o bajar pasaje; no corren como Rápidos y Furiosos; hay que caminar a las terminales, no se puede tomarlos donde a cada uno se le hinchen los tompiates.

 

En fin, por supuesto que hay errores en el arranque operativo de la troncal más problemática de la capital, donde se mueven miles de poblanos. Pero también es necesaria una reeducación del poblano para la modernidad. Horas pico y aglomeraciones hay en todos los sistemas de transporte público del mundo. No pasa nada y todos lo sufren. De ahí a hacer un drama hay mucha distancia. Los ciudadanos deben impulsar los cambios, no resistirse a ellos, y en el colmo, solicitar el regreso a las viejas prácticas con sus viejos intereses.

 

Por supuesto, también la modernidad morenovallista debe cumplir su promesa de un servicio más eficiente y ecológico. El martirio de ayer, con carros sardina más parecidos a las guaguas de La Habana, no es muy moderno que digamos. ADO, con su experiencia y recursos, debe resolver la complejidad técnica. Ahí hay un buen negocio que deben desquitar.

 

 

 

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