Friday, 26 de April de 2024

Martes, 21 Abril 2015 03:01

Las esquizofrenias poblanas: el odio a los retenes, la paranoia por el robo de niños




Written by  Arturo Rueda

RUTA, en sus líneas 1 y 2, no ha provocado ningún muerto todavía, mientras que el viejo sistema de transporte público sigue dejando un reguero de cadáveres. El sábado por la mañana, en la calzada Zaragoza, volcó por exceso de velocidad un microbús de la ruta JSB, los conocidos “Morados”, que dejó 29 heridos y un muerto. ¿No sería genial que desaparecieran todos los microbuses y fueran sustituidos por sistemas BRT? No, para los enemigos de la modernidad


Los poblanos sufrimos esquizofrenias dignas de diagnóstico clínico. Nos quejamos de una cosa, pero al mismo tiempo pedimos respuestas al gobierno. No se entiende por qué, como diría el clásico, no hay chile que nos acomode. En las últimas semanas, se reproduce una queja constante por los operativos de Tránsito municipal para detectar a los vehículos con vidrios polarizados, falta al reglamento que amerita traslado al corralón. El mentadero de madres en las redes sociales es brutal: que si son unos pinches ladrones, que si es una estrategia de Moreno Valle o Gali para sacarnos dinero, que si son unos puercos malhechores. A ninguno de esos quejumbrosos, por ejemplo, se le ocurre que en esos vehículos con vidrios polarizados son instrumento para cometer gran cantidad de delitos. Y que eso es lo que precisamente se busca evitar.

 

A los poblanos no les gustan los retenes. Pero, lógicamente, tampoco les gusta el robo de niños que se comenta multitudinariamente en las mismas redes sociales, donde se alerta a los padres de “mafias” que operan en varias colonias. Cada día surgen nuevos testimonios en Facebook o en Twitter que se retroalimentan con mantas colocadas en fraccionamientos, y aunque la PGJ reporta que en los últimos dos meses sólo se ha presentado una denuncia con la consiguiente activación de la alerta AMBER, los propagadores de la paranoia del robo de niños afirman que se trata de un complot de las autoridades, junto con los medios de comunicación, para silenciar el escándalo.

 

Suponiendo sin conceder que en verdad estén ocurriendo los numerosos casos de robo de infantes, ¿no les ocurre a los quejosos de los retenes que muchos de estos raptos se cometen en vehículos con vidrios polarizados? ¿Cómo conciliar ambas formas de seguridad? O sea, no queremos retenes ni molestias, pero sí queremos más seguridad. ¿En qué mundo puede conseguirse uno sin lo otro?

 

Veamos otro caso de las esquizofrenias poblanas.

 

En los primeros días del arranque de la línea 2 de RUTA, los poblanos más indignados clamaban por el regreso de los Agua Azul-Mayorazgo y los Galgos del Sur a la 11 Norte-Sur. Enemigos de la modernidad, suspiraban por sus microbuseros en la esquina de su casa, por la disputa de los pasajes en la calle, los rebases al estilo de Rápido y Furioso, así como el maltrato a los choferes y su altísima contaminación. Estos indignados, sobre todo, olvidaron los numerosos accidentes y víctimas mortales en el derrotero. “Solamente” 242 accidentes en 2014, uno de los argumentos que el morenovallismo utilizó para cancelarles sus concesiones.

 

RUTA, en sus líneas 1 y 2, no ha provocado ningún muerto todavía, mientras que el viejo sistema de transporte público sigue dejando un reguero de cadáveres. El sábado por la mañana, en la calzada Zaragoza, volcó por exceso de velocidad un microbús de la ruta JSB, los conocidos “Morados”, que dejó 29 heridos y un muerto. ¿No sería genial que desaparecieran todos los microbuses y fueran sustituidos por sistemas BRT? No para los enemigos de la modernidad.

 

Ayer, otra vez, el transporte público provocó un muerto: un accidente en San Martín Texmelucan le quitó la vida a una mujer en imágenes dramáticas. Y todo mundo sabe por qué ocurren: porque los dueños de las concesiones ponen a competir a los choferes por el pasaje y la “cuota”. RUTA 1 y 2 podrá tener muchos defectos, pero su incidencia de mortalidad es cero hasta el momento. Y ojalá se conserve así por mucho tiempo.

 

¿Entonces qué queremos los poblanos? ¿Cómo conciliar nuestros anhelos, nuestras antimodernas tradiciones y seguridades en un entorno de exigencia y competitividad? Ya habíamos hablado previamente de los gasolineros que se niegan a competir, pese a que el nuevo marco legal les da esa posibilidad. Y también de los taxistas, que ya se preparan para resistir el embate de Uber, la aplicación que ya domina en las ciudades más importantes del mundo.

 

Hay discursos insostenibles. ¿Nos asusta la campaña de paranoia por el robo de niños y el incremento de la delincuencia? Sorry, la única respuesta es que los cuerpos de seguridad hagan su trabajo y monten los retenes, así como que los coches con vidrios polarizados se vayan al corralón. ¿No queremos accidentes mortales del transporte público? Exijamos la operación correcta del metrobús, pero no clamemos por el retorno de los Agua Azul-Mayorazgo. Este es el mundo real: se entregan unas cosas para recibir otras.

 

 

 

 

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