Tuesday, 23 de April de 2024

Lunes, 18 Mayo 2015 02:15

El voto de castigo sí existe: los ejemplos de los distritos XI de Puebla y XIII de Atlixco




Written by  Arturo Rueda

La primera explicación es muy sencilla: Angélica Ramírez es una pésima candidata, y su coordinador de campaña, el magistrado Roberto Grajales, es todavía peor operador. Ella no conecta con el electorado, y él, con su natural prepotencia, no deja que nadie les ayude: todos los morenovallistas que se han dado vuelta por el distrito prefieren recurrir a la graciosa huida. No van a ganar solos, dicen, sino que van a perder solos. Una dupla fatal


Dos tipos de voto de castigo inédito se presentan en la elección federal 2015 y merecen un análisis detallado para entender sus implicaciones. El primero se da contra el morenovallismo en el Distrito XI: de acuerdo con las encuestas más recientes que encargó Casa Puebla, Angélica Ramírez es la abanderada de Acción Nacional con menor intención de voto en todo el estado. Con apenas un 26 por ciento de preferencia efectiva, en la demarcación se vive un empate técnico, pues Graciela Palomares del PRI-PVEM tiene 24 puntos. Este empate no tendría nada de sorprendente —existen por lo menos otros cuatro distritos en la misma situación— excepto porque el Distrito XI es considerado históricamente como el mejor para el PAN y en el que existe un corredor de voto azul que comienza en El Carmen pero se extiende a otras colonias de tipo medio-alto. ¿Qué está ocurriendo para que exista tal rechazo a la hija predilecta del Yunque?

 

La primera explicación es muy sencilla: Angélica Ramírez es una pésima candidata, y su coordinador de campaña, el magistrado Roberto Grajales, es todavía peor operador. Ella no conecta con el electorado, y él, con su natural prepotencia, no deja que nadie les ayude: todos los morenovallistas que se han dado vuelta por el distrito prefieren recurrir a la graciosa huida. No van a ganar solos, dicen, sino que van a perder solos. Una dupla fatal.

 

Pero si se analizan los números con detenimiento se observa que en el Distrito XI hay una anomalía a la que la dupla Ramírez-Grajales encontró una explicación sencilla: el ex futbolista Roberto Ruiz Esparza, postulado por Nueva Alianza, le robaba votos al albiazul pues llegó a obtener hasta 15 puntos de intención efectiva de voto, todo un suceso. Así que chillaron y chillaron hasta que la instrucción para Gerardo Islas fue tajante: bajar de la candidatura al “Capi” para subir a Goyo Gómez, ex militante del Verde, con mejor perfil para ejecutar el golpeteo a Grace Palomares. Gerry acató, pero las cosas no mejoraron.

 

Hace ya tres semanas que Ruiz Esparza desapareció del mapa y dejó de hacer campaña, pero las cosas no mejoran para Angélica: Nueva Alianza sigue con 12 puntos en intención de voto efectiva. O sea, aunque el ex futbolista se fue, la panista sigue sin convencer.

 

Más datos estadísticos: la candidata de Morena —ilustre desconocida— tiene 11 puntos, Karen Abraham de MC un excelente 5 por ciento y el del Sol Azteca 6 por ciento. Lo más sorprendente es que hasta la de Encuentro Social se lleva otros cinco y el del Partido Humanista, increíblemente… ¡otros seis puntos!

 

¿Qué puede interpretarse de todo esto? Que los electores del Distrito XI están dispuestos a votar hasta por los minipartidos, pero no por Acción Nacional. Un auténtico y brutal voto de castigo. El que se percibe con más claridad en su disgusto por el ejercicio gubernamental.

 

Tampoco es casual que en el Distrito XI se concentran los afectados por el arranque de operaciones de la línea 2 de metrobús. Las colonias del sur sufren las unidades atascadas a cualquier hora del día, y reclaman especialmente la falta de alimentadoras. ¿Esa es la razón del voto de castigo? También aquí, casualmente, se encuentran los afectados por la conflictiva resolución de los límites territoriales en Puebla y Cholula, pero que en apariencia dejaron un descontento silencioso que hasta ahora se expresa.

 

La última hipótesis es que el panismo tradicional, aquel que se volcó en 2010 en apoyo a Moreno Valle, ya no tiene razones para hacerlo: ni tienen chamba, ni posiciones, y el partido que construyeron les fue arrebatado de las manos. Estos panistas no van a ausentarse de las urnas: van a votar por otra expresión, incluso la chiquillada, para dejar constancia de su descontento. La famosa huelga de brazos caídos.

 

A Atlixco también existe un voto de castigo, pero es para el candidato tricolor Juan Manuel Celis. Pese a la existencia de un acuerdo cupular para abrirle paso como una negociación de cara a 2016, la sociedad atlixquense no quiere empoderar a Antorcha Campesina. Por eso, en las encuestas, el cuñado de Aquiles Córdova Morán se encuentra apenas tres puntos arriba de la abanderada panista Julieta Camacho. La hija del ex edil Ricardo Camacho está abandonada por el morenovallismo, pero aun así da la batalla.

 

El pacto cupular señalaba a Antorcha Campesina como favorita en el distrito. Pero el electorado en Atlixco está diciendo otra cosa. Y que nadie se sorprenda si Celis muerde el polvo en el Distrito XIII.

 

 

 

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