Saturday, 20 de April de 2024

Martes, 19 Mayo 2015 02:38

La sucesión morenovallista: el Plan C de Cabalán




Written by  Arturo Rueda

Dicen que el gobernador Moreno Valle ya está hasta la madre del pleito que amenaza con salirse de control. Que no puede concentrarse en su campaña nacional mientras su equipo anda agarrado de la greña. Y que se ha planteado una resolución salomónica: la candidatura a gobernador no será para un grupo, ni para el otro. Nadie le va a arrebatar su prerrogativa. Y como para dejarles claro que ni melón ni sandia, revivió el Proyecto C de Cabalán que, en teoría, había naufragado en noviembre de 2014 ante su evidente apatía y falta de resultados.


Nadie quiere decirlo en voz alta, pero la lucha sucesoria por Casa Puebla está desatada en la cúpula de poder morenovallista. Un proceso que dejó de ser terso hace un tiempo en la medida en que los integrantes del grupo hegemónico toman preferencias por uno u otro suspirante. El tiempo corre inclemente, y la intensidad de la guerra civil pende de una única decisión: si el periodo de la minigubernatura se ampliará de un año ocho meses a cuatro años ocho meses en el marco de la inevitable reforma electoral cuya fecha perentoria es septiembre.

 

La cúpula de poder morenovallista está fracturada. El grupo homogéneo ha desaparecido y las diferencias ya son abiertas entre dos bandos: los morenovallistas Puros y los morenovallistas Sangre Sucia. En el primer bando se agrupan casi todos los que acompañan a Moreno Valle desde su paso por la Secretaría de Finanzas. Los Sangre Sucia —estilo Harry Potter— son los cuadros que se han ido incrustando en los últimos años, especialmente aquellos que se integraron al proyecto a partir de la conquista de Casa Puebla. Todos son adictos al gobernador poblano, pero hasta entre los perros hay razas.

 

¿Quiénes militan entre los Puros?

 

Las cabezas visibles, en estricto orden de influencia, son Eukid Castañón, Patricia Leal, Marcelo García Almaguer y Jorge Aguilar Chedraui. Conforman un bloque sólido, a los que se unen adláteres como Roberto Moya, Blanca Jiménez, Juan Pablo Piña, Pablo Rodríguez Regordosa, Néstor Gordillo y varios más.

 

¿Qué quieren los Puros?

 

Quieren que el candidato a la gubernatura de 2016 sea uno de ellos. Su gallo es Jorge Aguilar Chedraui, quien ostenta un posicionamiento estatal, según las últimas encuestas, de alrededor de 45 puntos de conocimiento y acompaña al proyecto desde su génesis, a diferencia de los advenedizos que se acomodaron hasta que hubo presupuesto.

 

¿Quiénes militan entre los Sangre Sucia?

 

El bloque lo encabezan el edil Antonio Gali Fayad, el titular de Infraestructura Luis Banck y el SGG con licencia, Luis Maldonado Venegas. A su vez, estos tienen asociados a los Riestra, Jorge Cruz Bermúdez, Diego Corona, Carlos Martínez Amador, Enoé González Cabrera, Gerardo Islas Maldonado y otros.

 

¿Qué quieren los Sangre Sucia?

 

Que, como parece natural, la candidatura a gobernador recaiga en el mejor posicionado en las encuestas, quien luce como el más competitivo, que no es otro que el alcalde Tony Gali. Además de estructura propia, dicen, mantiene intacto su carisma. Es la mejor apuesta posible, invencible para cualquier priista que le pongan enfrente.

 

El pleito entre los morenovallistas Puros y los Sangre Sucia inició en los últimos días de marzo, y sigue arreciando. Las patadas son durísimas y no se ven porque reparten por debajo de la mesa, aunque quienes pagan los platos rotos son los candidatos a diputados federales. Dicen que las grillas palaciegas son la auténtica causa de que muchos distritos estén en la ruta de perderse.

 

Dicen que el gobernador Moreno Valle ya está hasta la madre del pleito que amenaza con salirse de control. Que no puede concentrarse en su campaña nacional mientras su equipo anda agarrado de la greña. Y que se ha planteado una resolución salomónica: la candidatura a gobernador no será para un grupo, ni para el otro. Nadie le va a arrebatar su prerrogativa.

 

Y como para dejarles claro que ni melón ni sandia, revivió el Proyecto C de Cabalán que, en teoría, había naufragado en noviembre de 2014 ante su evidente apatía y falta de resultados.

 

El Proyecto C de Cabalán haría beneficiario a un tercero en discordia. Explicaría el giro del destino la intensidad de su campaña como suplente de Ángel Trauwitz, un impulso a contracorriente y a contrarreloj. Una inversión electoral con efectos inmediatos, no una apuesta de mediano plazo para 2018. Urge inflarlo para lo que se avecina.

 

Por supuesto, el Plan C puede ser un bluff, un estáte quieto para que ambos grupos le paren a su efusividad. Pero…¿y si no? ¿Y si Cabalán es el Cisne Negro que nadie vio venir? ¿Puede ganar la elección de 2016?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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