Viernes, 03 de Mayo del 2024
Indicador Político

Tres semanas antes de su asesinato, Luis Donaldo Colosio se preparó a fondo para una entrevista con el periodista Elías Chávez de Proceso. Entre las preguntas difíciles que el candidato había anotado como previsibles había una interesante: ¿qué hará con Córdoba Montoya, el súper asesor salinista? La respuesta que daría Colosio era sencilla: el doctor Córdoba colaborará con el gobierno hasta el 30 de noviembre.

Ahora que se quiere reescribir la crisis de 1994 pasando por el tamiz de los grandes medios -TV Azteca, antes; Netflix, ahora-, quizá ya haya llegado la hora de analizar el colapso de ese año sin los tamices del miedo al establishment priista convertido en establishment priista-morenista.

La reunión del secretario federal de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, con seis mandatarios estatales de la zona alrededor de la Ciudad de México el viernes 17 de mayo podría ser el prototipo de la fragmentación de la República en bloques regionales. Pero al mismo tiempo, estaría mostrando la falta de compromiso local de gobernadores y alcaldes con una estrategia realmente nacional de seguridad.

Rumbo a una elección interna para relevar su dirección nacional, el PRI se está encontrando con la amarga realidad de que no es un partido político formal, su fuerza ha dependido de su cercanía al poder presidencial y en sus bases no existen militantes ideológicos, de clase o burocráticos sino simplemente beneficiarios.

A más de dos y medio años de haber llegado a la gubernatura como ex priista y como candidato de la alianza PAN-PRD, el gobernador quintanarroense Carlos Joaquín González ha quedado atrapado en la red de los intereses de la inseguridad.

El gobierno de la capital de la República es un sensor de capacidades… o incapacidades. Los problemas nacionales se multiplican, las soluciones se diluyen y se debe gobernar con sensibilidad. Por ello hay crecientes preocupaciones en Palacio Nacional sobre la gestión del gobierno de CDMX: no porque sobre talento científico, sino porque falta habilidad política.

La clave de la nueva reforma educativa se localiza en la conceptualización sistémica de las intenciones de Morena: como antes con el PRI, el Estado forjó otra una alianza histórica con los maestros como clase trabajadora al servicio del régimen.

Ahora que se ha difundido que el asesor argentino populista Axel Kicillof está apareciendo cerca de altos mandos de Morena y de Palacio Nacional, habría que recordar aquellos años en los que el socio de Milton Friedman para asesorías a Chile y otras dictaduras militares, Arnold Harberger, apareció como asesor del área de ingresos de la Secretaría de Hacienda.

El PRI se le deshizo entre las manos a la senadora Claudia Ruiz-Massieu Salinas de Gortari. La presidencia del partido le llegó de rebote después de la debacle inevitable del 1 de julio de 2018 con la presidencia de Enrique Ochoa Reza, una imposición hasta guasona del presidente Peña Nieto.

Aunque no ha habido un pronunciamiento formal, en los hechos el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 de López Obrador rompe la planeación neoliberal iniciada por Carlos Salinas de Gortari con el Plan Global de Desarrollo 1980-1982 y regresa el modelo de crecimiento al populismo Echeverría-López Portillo.

Sin recordar -o a lo mejor recordándolo-, el PRI se enfila a repetir el error estratégico de 2006: atomizarse ante la derrota, la competencia por el CEN olvida cinco realidades históricas:

Con apoyo solidario absoluto a Héctor de Mauleón

El debate sobre el crecimiento del producto interno bruto anual (PIB) a tasas de 2 por ciento (actual), 4 por ciento  (promesa lopezobradorista) y 6 (%) mínimo para salir del hoyo del estancamiento de 36 años no es cuestión de deseos -aunque existe la corriente de la economía ‘hechiza’-, sino de una estrategia general de desarrollo.

De no ser por la aplicación estricta de la política económica neoliberal tipo salinista, el saldo económico de los primeros cinco meses de gobierno sería negativo. Pero el mensaje de largo plazo radica en las evidencias de que el nuevo gobierno lopezobradorista carece de una alternativa al neoliberalismo hoy regenteado por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

La fuerza de los grupos en el poder suele depender no de sus propuestas o cohesiones, sino de las divisiones en sus adversarios. España acaba de mostrar que el debilitado presidente populista Pedro Sánchez puede mantener el puesto por la fragmentación y falta de acuerdos de la oposición conservadora.

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