En estos primeros días del gobierno de López Obrador queda la duda de si la curva de aprendizaje será muy lenta, o si básicamente las personas asignadas a los distintos cargos de gobierno no son aptas para los puestos.
En estos primeros meses de gobierno, hemos estado viendo cómo en la mente de AMLO está cambiar la manera de entregar los recursos destinados a programas sociales: en lugar de hacerlo a través de organizaciones, lo quiere hacer de forma directa al beneficiario para evitar la corrupción. Pero, aparentemente existen dos visiones para entender el papel de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) en el gobierno: ángeles o demonios.
En lo que va de la administración del nuevo gobierno federal, éste ha implementado una serie de políticas públicas y decisiones de gobierno que han afectado seriamente a varios sectores empresariales del país. La lógica del gobierno parece obedecer a dos postulados que si no se coordinan con el sector privado pueden generar graves problemas a corto y largo plazo.
Andrés Manuel López Obrador llegó a poder con altos niveles de aprobación; esto le garantiza un margen amplio de capital social. El capital social es la predisposición para apoyar las acciones de un político; y esto viene mucho al caso con la decisión y la estrategia para combatir el robo de combustible o huachicol.