Jueves, 25 de Abril del 2024
Indicador Político

Una lucha sorda se da entre dos poderes: el del Estado de López Obrador y el del empresario Carlos Slim Helú. En el centro se localiza la concesión de Telmex que Carlos Salinas le dio en 1990 a Slim.

Si los medios extranjeros se asombran del comportamiento político público del presidente López Obrador ante la pandemia, quizá debieran aplicar el modelo Alan Riding, corresponsal del The New York Times en México en los setenta: pensar como mexicanos.

A regañadientes y por presión de medios que criticaron su ausencia, el Consejo de Salubridad General (CSG) apareció el jueves 19 de marzo cuando la cifra de infectados iniciaba su ritmo de crecimiento con 164. Y hasta ahora su primer y único pronunciamiento fue en el sentido de calificar al coronavirus como una enfermedad grave, cuando en todo el mundo había pánico y los muertos sumaban miles.

La estrategia presidencial quedó atrapada en el año económico perdido de 2019; ahora se trata de escoger entre mantener la actividad económica para atenuar un poco la recesión a costa de exponer a los ciudadanos al contagio por seguir su actividad en las calles o darle prioridad a la enfermedad y encerrar a las personas en sus casas a costa de profundizar la recesión inevitable.

A veintiséis años de Lomas Taurinas, cada vez siguen saliendo pequeños trozos de la historia secreta de la sucesión presidencial de 1993 y del asesinato del candidato priista Luis Donaldo Colosio en 1994. Ahora hay datos del clan de Carlos Slim Helú.

La crisis política y social provocada por la pandemia del coronavirus ha revelado una severa crisis en el escudo de la seguridad nacional de México entendida como la función del Estado para garantizar la estabilidad de la república necesaria para el desarrollo y la paz interna.

A dos meses de los cuatro primeros fallecidos en China por un “extraño coronavirus”, a cuarenta y cinco días de la declaratoria de “alerta mundial” de la Organización Mexicana de la Salud, a veintidós días del primer contaminado y a ocho días de la declaratoria oficial de pandemia, el gobierno mexicano sigue asumiendo el Covid-19 como hecho aislado y no como una infección contagiosa.

El pasado lunes16 en la mañana la crisis del coronavirus pasó de emergencia médica a un asunto de seguridad nacional entendida como la defensa de los intereses nacionales ante invasiones de virus extranjeros. Pero también porque el responsable médico de la crisis, el doctor Hugo López-Gatell, se redujo a mero vocero moral del presidente de la republica y no defensor de la salud pública.

Los que preguntan las razones gubernamentales para no declarar estado de emergencia por el coronavirus encontrarían la respuesta en la ley neoliberal de rendimientos negativos: darle prioridad a la precaria estabilidad económica, por el costo productivo que implicaría cerrar actividades económicas por razones médicas.

El escalamiento del conflicto del líder minero canadiense-mexicano Napoleón Gómez Urrutia con el dictamen de outsourcing lo está llevando a traicionar al partido que lo salvó de la cárcel, le escondió el delito de 55 millones de dólares desaparecidos y le dio la impunidad-fuero de una senaduría.

La economía mexicana se encuentra sumida en una paradoja: la estabilidad macroeconómica neoliberal actual garantiza el blindaje ante choques externos como la caída de precios petroleros o el efecto del coronavirus o la desaceleración mundial, pero a costa de mantener deprimido el PIB en 0% en 2019 y 2020.

1.- No, la protesta de las mujeres no es una revolución. Las revoluciones las hacen los proletarios en su lucha contra la burguesía para instaurar un régimen comunista. De manera lamentable, la clase obrera –afectada por la violencia de género, como lo probó el caso de las muertas de Juárez contra trabajadoras de maquiladoras– está ausente de las protestas de las mujeres.

1.- Más allá de la figura presidencial imponiendo la agenda política cotidiana, el tránsito de la protesta por los pocos feminicidios —0.05 por ciento del total de delitos— a una militancia feminista radical representa el más importante desafío a la Cuarta Transformación como nueva correlación de fuerzas sociales, más allá del discurso retórico.

La mañana del miércoles en que el PRI preparaba su tardeada de 91 aniversario de vida, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera del gobierno lopezobradorista, Santiago Nieto, lanzó en la conferencia mañanera de Palacio Nacional un misil que dio debajo de la línea de flotación del priismo de Peña Nieto y de su actual grupo administrador.

Por razones de sobrevivencia, de ingenuidad o de falta de capacidad de análisis, el PRI aún no se ha dado cuenta que ya terminó su papel como partido en los modelos Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán y Carlos Salinos de Gortari. Y que el PRI puede desparecer del escenario político en el 2021.