La crisis de violencia que sigue escalando el grupo de familiares y aliados de los 43 estudiantes de Ayotzinapa está enfilando a incrustarse en la campaña política de la candidata oficial Claudia Sheinbaum Pardo y a mantenerse en la próxima administración como un expediente inducido para culpar al Estado y al Ejército de un incidente que involucró autoridades políticas del PRD en Guerrero y a policías municipales controlados por el narcotráfico.
Si el presidente López Obrador como candidato hace seis años se había comprometido a responder a las expectativas de la versión represiva de los estudiantes, el encargado de consolidar esa nueva verdad histórica fue Alejandro Encinas Rodríguez como subsecretario de gobernación, quien había sido senador perredista en 2014.
En medio del intento insurreccional de los estudiantes de tratar de ingresar por la fuerza y con arietes al interior de Palacio Nacional durante una conferencia mañanera y de los choques violentos con las policías locales, Encinas aparece ya como pieza fundamental del primer círculo político y de poder de la candidata Sheinbaum, lo cual puede ser interpretado como una manera de comenzar a ponerle tan candados políticos al próximo gobierno para mantener la continuidad de la beligerancia de los estudiantes como grupo de choque y para introducir en el gobierno de Sheinbaum la cuña contra el Ejército por la muerte de los 43.
El último reporte de Encinas antes de abandonar el cargo reiteró la tesis de responsabilidad directa del Estado y del Ejército y dejó atrás “la víbora chillando”, porque los estudiantes y sus asesores extranjeros se han aferrado a la versión de Encinas que contradice las declaraciones del presidente de la República que no se puede salir de la racionalidad jurídica y pericial de diez años de expedientes revisados.
El asunto se complicó más cuando el presidente López Obrador hace unas semanas dio un nuevo giro a las investigaciones y dijo que los estudiantes asesinados no habían sido incinerados en un basurero de Cocula, sino que habían sido llevados a funerarias para cremar los cuerpos. Sin embargo, esa declaración no fue producto de nuevas investigaciones periciales ni llevó al planteamiento de una nueva hipótesis de trabajo, sino que quedaron en el aire en alguna de las tantas mañaneras.
La politización y federalización del secuestro y asesinato de los 43 estudiantes nunca encontró una decisión en el gobierno del presidente López Obrador para cerrar el caso en función de las pruebas periciales, porque al arranque del Gobierno les permitió a los familiares, abogados de aliados políticos de los estudiantes sacrificados que construyeran una hipótesis que quiso ser una réplica del Tlatelolco del 68, donde prevaleció durante muchos años la argumentación de que el Ejército había disparado sin piedad sobre la multitud, pero luego se probó que los disparos militares habían sido respuesta a la agresión armada de grupos colocados en el área estudiantil.
Lo que queda de todo este enredo es la furia irracional de los familiares y organizaciones políticas con perfiles insurgentes que han tomado el control del grupo y las acciones como el intento de ingresar por la fuerza y con un vehículo ariete al Palacio Nacional durante la celebración de una conferencia mañanera y el choque de estudiantes con policías locales hace unos días con el saldo de un estudiante muerto que ya, obviamente, ha sido elevado a la categoría de héroe.
El otro dato que no debe perderse de vista es el papel clave que pudiera jugar el exsubsecretario Encinas Rodríguez dentro del equipo del primer círculo de la candidata gubernamental Claudia Sheinbaum Pardo, porque pudiera interpretarse como una forma de crear un puente entre los estudiantes agresores y la candidata de Morena, pero no pocos ven que encinas esté llevando en la misma argumentación envenenada para heredarle al próximo gobierno los conflictos que se basan en la hipótesis de Encinas de que la agresion contra los 43 fue una política de Estado y una acción militar intencionadas, aunque ese ORD ahora está en la campaña opositora de Xóchitl Gálvez Ruiz.
Como siempre, el eslabón más débil de la cadena es el gobierno estatal de Evelyn Salgado, que comienza a tambalearse y podría caer ante su incapacidad política para administrar la crisis.
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Política para dummies: la política sirve para resolver problemas, pero también para inventar crisis.
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