Hace algunos días estuve una reunión en la que pude analizar y reflexionar sobre el estado que guarda la educación en México.

Poco más de 530 mil millones de pesos son destinados al sector educativo nacional. Este monto representa aproximadamente el 24 por ciento del total del presupuesto federal y ni así alcanza, ya que la mayor parte se utiliza para pagar los salarios, prestaciones, jubilaciones del personal docente y de confianza así como para el pago de rentas, teléfonos y otros servicios administrativos.

Nuevamente las imágenes de maestros-mas-no-docentes con palos y piedras amagando a los comercios con un cierre y a los ciudadanos con dejar sus hijos sin escuela, surgieron en los estados hermanos de Oaxaca y Guerrero, iniciando una nueva etapa dentro de la llamada reforma educativa. La pregunta es, ¿cuánto le cuesta al país esta situación?, vale la pena revisarlo.

Cuando era un niño existía entre las madres de familia una tradición muy peculiar; cuando alguien de la familia enfermaba, de manera inmediata mandaban a alguien a la tiendita más cercana a comprar los famosos refrescos Mundet de manzana.

La película Lincoln del año pasado refleja los quehaceres del Presidente de los Estados Unidos con respecto a la reforma constitucional llamada la decimotercera Enmienda y el fin de la guerra de Secesión.

Es apenas la semana nueve y ya hemos acumulado las emociones reservadas para todo un año.

Miles de conversaciones, cientos de fotografías, tuits cortos y blogs largos están por todos lados con motivo de la detención de la maestra aunque no docente llamada Elba Esther Gordillo.  

Ayer por la mañana, la frase inmortal de Benito Juárez sonó con más fuerza en suelo Oaxaqueño a medida que un grupo de docentes afiliados a la CNTE  empujó e impidió al presidente de Mexicanos Primero, Claudio X. González,  presentar los resultados del IDEI en un foro con medios de comunicación organizado para este fin.

Poco más de 120 kilómetros nos separan de lo que todos llaman la ciudad de México, ciudad de la esperanza, o DF a secas. A pesar de esta distancia, las diferencias socioeconómicas entre ambas entidades (considerando al DF como una entidad) son abismales.  

Inicio con gran entusiasmo una participación que por algunos meses ha dado vuelta en mi cabeza. Agradezco a Arturo Rueda la oportunidad de hacerlo a través de este medio y sinceramente espero no defraudarlo al abordar temas desde los diferentes lados que todos compartimos de una misma moneda. Me parece que este mundo está resuelto a hacernos perder de vista la comunidad (cosas en común) de la que todos somos parte, pero que por razones diversas funciona de manera diferente en cada una de nuestras realidades. Pido el beneficio de la duda en lograr un poco de éxito en esta empresa.