Thursday, 28 de March de 2024


“Si no se manchan, cuando menos se tiznan”




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Los dimes y diretes de “Puebla Unida” y la coalición “5 de Mayo” son historias ya contadas. En cada elección sucede lo mismo; los partidos políticos y sus candidatos se echan la culpa de lo malo que les sucede. Si por torpe uno de ellos tropieza, tildan el percance de atentado; y si alguien simplemente no simpatiza con ellos y les mienta la madre, le llaman provocación del oponente.

Nadie lo dice, pero es de suponerse que debe existir en los anaqueles de los institutos políticos una especie de catálogo de acusaciones o manual del qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué echarle fango al contrario con el propósito de desprestigiarlo. Y en esa etapa de la campaña nos encontramos.

 

 

Al principio hasta parecían gente civilizada. Tony Gali respetaba a Enrique Agüera y Enrique Agüera respetaba a Tony Gali. Tiempos de terciopelo y de Manual de Carreño. Caballeros de fina estampa. Sin embargo ahora se trata de medir capacidades para echarse porquería. Está visto.

 

 

Resulta infantil el modo en que el delegado del PAN, Max Cortázar, exige a Agüera que aclare su fortuna de 20 millones de pesos siendo que como rector apenas ganaba 68 mil mensuales; como si no fuera la misma dolencia de Gali cuya fortuna cercana a los 80 millones, no se cree que haya brotado de su servicio público en el SAT a lo largo de 20 años.

 

 

Guerra Sucia es el término utilizado por los expertos en campañas políticas para darle nombre a lo que en Puebla protagonizan partidos y candidatos. “Si no mancha, cuando menos tizna”, dijo en una conferencia Andrés Valdés, experto en campañas negativas, durante el Tercer Congreso Internacional de Estudios Electorales celebrado en España al que tuve la oportunidad de asistir.

 

 

En una campaña política no existen víctimas pero sí victimarios. De hecho hasta los mismos partidos y candidatos son capaces de predecir con singular precisión por dónde les llegarán los obuses. Es su pasado el que los acosa, los condena. Es su Pecado de Oyuki. A propósito de vidas pasadas, se intuye que lo que ha salido a la luz pública en materia patrimonial y en conductas reprobables de los candidatos Gali y Agüera no es ni la punta del iceberg fétido y deleznable que con sus corrientes arrastran.

 

 

Como espectadores que somos, bien vale la pena seguir atentos a los trapos sucios que se tiren a la cara los candidatos a la presidencia municipal de Puebla por ser la mejor forma de conocerlos; lo que de ellos salga serán confesiones pública; de entrada, ya se revelaron lo que son y no son, ni del populacho, ni de la clase media, ni de la alta sociedad, ni de la academia, ni de la función pública, son de los pocos, poquísimos, millonarios que chupan sangre a este país. Y su sinceridad se agradece.

 

 

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