Friday, 26 de April de 2024


Forzado a salir de su madriguera




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A la aparición forzada de Enrique Agüera ante la opinión pública, después de varias semanas de retiro voluntario, se le puede llamar de dos maneras. En la física básica se le conoce con el nombre de Ley de Newton, pero en la política partidista y en el desempeño gubernamental suele ubicársele con un concepto entendible y coloquial: Capacidad de reacción.

Acomodemos pues la mecánica cuántica a lo que le ocurrió al ex rector de la BUAP esta semana. El suyo fue un accidente no deseado, algo que preferiblemente no le hubiese ocurrido. Quiero creer que su aparición ante el respetable estaba programada para después, para un momento especial, tal vez para cuando oficializaran su candidatura priista por la capital poblana y la muchedumbre hiciera de su nombre un himno en la rendición de protesta.

 

 

Los consultores de marketing, que todo lo saben o creen saberlo, suelen aniquilar las percepciones de riesgo con el antídoto de la comunicación, digamos que se trata de algo parecido a un piquete hipodérmico intramuscular que cura, acompañado de una frotadita de Vaporub en el pecho y en la espalda, como cuando nos resfriamos.

 

 

El ejemplo es cándido pero entendible. Agüera se resfrió. O se quiso resfriar y sus médicos de cabecera en marketing le sugirieron que diera la cara y la dio. Fue forzado. Apareció después de varios días de ausencia pero no lo hizo solo, lo hizo al lado de la persona que fue ridiculizada junto con él, Jaime Alcántara, cuando la prensa local los dibujó como vochitos frente a los Ferrari de José Antonio Gali Fayad y Fernando Manzanilla.

 

 

La verdad, los hicieron ver mal. Chiquitos, insignificantes. Se burlaron de ellos. Los enanizaron. A Agüera por ser jarocho comparado con Gali que es poblano y a Alcántara por ser pasante de economía cuando Manzanilla es Master por la Universidad de Harvard. Y siendo realistas bajo ese esquema simplista, racista y absurdo no existe punto de comparación entre candidatos y coordinadores de campaña para la alcaldía angelina. La diferencia se nota.

 

 

Reaccionar como lo hicieron Agüera y Alcántara no estuvo mal, incluso puede decirse que lo hicieron muy bien; le dieron chance a la prensa que les tomara fotografías juntos lo que no había ocurrido; sin embargo no es lo deseado, lo ideal en una campaña es ser proactivo, ser ofensivo, marcar la pauta, llevar la batuta del proceso, ser el puntero en el discurso, en los golpes, en la lucha; lamentablemente no fueron ni son nada de eso.

 

 

Felices deben estar Gali y Manzanilla; forzar la salida de Agüera de la madriguera donde se encontraba debió provocarles algún grado de satisfacción porque aunque para efectos técnicos el priista puntea ligeramente en las encuestas, para fines estratégicos Gali se observa proactivo, engallado, se le nota su buen estado de ánimo; los pasos de baile, es él quien los marca.

 

 

Está demostrado que en una campaña gana quien se equivoca menos. Gali empezó bien y Agüera mal. Sin embargo todavía falta tiempo y en ese tiempo faltante observaremos tinos y desatinos de uno y otro lado. Ya se verá quién la riega menos y quién más, y sobre todo quién elabora el mejor mapa de riesgos que los saque de los apuros.

 

 

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