Se le puede llamar rounds de sombra, pero también falta de valor.

En su debut como candidato, Enrique Cárdenas tiró golpes al aire a enemigos fantasmales, pues no tocó ni pronunció el nombre de Luis Miguel Barbosa Huerta, su rival por la gubernatura.

Le ganó el miedo o el pánico escénico, o una mezcla de ambas.

El académico demostró en su debut que carece de las nociones elementales de guerra política, pues nunca dijo por qué su proyecto era mejor que el de Barbosa, ni abordó los escándalos que sacudieron al represente de Morena hace un año.

Se dedicó a teorizar sobre la política y lo que debe hacer un buen gobernante en su breve discurso al calor del rayo solar del mediodía.

Sin los ‘destos’ necesarios para hablar de su rival, su enemigo otra vez fueron los partidos que lo postularon.

Presa de su contradicción permanente, llegó solo al Zócalo capitalino, de la mano de su esposa y acompañado por otros 13 representantes del movimiento ciudadano. Todos vestidos de blanco, sin usar los colores distintivos de las marcas partidarias.

Apenas 300 asistentes a su primer mitin, urgidos de irse, todos en búsqueda de protector solar, pues a la coordinación de campaña de Gabriel Hinojosa se le olvidó rentar un templete con mampara y techo que ayudara a refugiarse del sol de mediodía.

Luego, presa de esa contradicción, renegó del spot pautado por el PAN en el que aparecen las obras morenovallistas y dijo que como gobernador no les daría continuidad.

En esa corta perorata, para desesperación de los morenovallistas que sí saben cómo hacerlo, Cárdenas se dedico a farfullar lugares comunes sobre la democracia, el civismo y el papel de los ciudadanos en el gobierno.

No hubo jingle con la canción de moda, tampoco porras pegajosas, ni siquiera entusiasmo por una victoria imposible.

Todo se reduce a un simplista y desganado:

¡Cárdenas, gobernador!

¡Cárdenas, gobernador!

¡Cárdenas, gobernador!

Uy, qué creativos.

*****

Tan previsible por ‘descafeinado’ fue el arranque de Coalición Sin Nombre, los liderazgos nacionales de PAN, PRD y Movimiento Ciudadano brillaron por su ausencia.

Quizá sabían que el candidato se niega a usar sus colores, o que el mitin estaba tan mal organizado que no acudirían ni 500 simpatizantes.

Lo más probable, dijeron algunos, es que tuvieron temor a escuchar las interminables intervenciones de Gabriel Hinojosa, que es coordinador de campaña, orador jilguero, maestro de ceremonias, valet y ujier, todo por el mismo precio.

De la mano de su esposa y una de sus hijas, el académico llegó al Zócalo de la ciudad para leer un discurso a un costado de la Catedral, donde lo esperaba un reducido grupo de simpatizantes, miembros del movimiento Sumamos y de los tres partidos que lo postulan.

En un acto alejado a los mítines que caracterizaban al PAN y al morenovallismo como en 2018 con la fallecida ex gobernadora Martha Erika Alonso Hidalgo y los mandatarios que la antecedieron, Enrique Cárdenas tomó el micrófono para comprometerse a no tolerar la corrupción e inseguridad y que en su gobierno no habrá impunidad.

Marko Cortés, el gran ausente

Pero la ausencia del dirigente Marko Cortés opacó el inicio de una campaña que durará 60 días y en la que el ex rector de la Universidad de las Américas Puebla (Udlap) aseguró que tomará las calles para hacer frente a los políticos corruptos con el apoyo de poblanos comprometidos.

“Sin corrupción, sin impunidad y con bienestar”, lanzó Cárdenas Sánchez al prometer que no tolerará la inseguridad que perturba la vida cotidiana, porque los gobiernos han abandonado su responsabilidad con las corporaciones policiacas.

Aunque la diputada federal de Movimiento Ciudadano, Martha Tagle, los perredistas Jesús Zambrano, Jesús Ortega y Fernando Belaunzarán aplaudieron una y otra vez el discurso del académico, él no se atrevió a tomarse la foto con los líderes locales y nacionales ni a levantar con ellos las manos en símbolo de triunfo para las elecciones extraordinarias.

Solos, la dirigente estatal del PAN, Genoveva Huerta junto al vocero de campaña Francisco Fraile, la legisladora Martha Tagle y la perredista Roxana Luna levantaron los brazos frente a los fotógrafos, mientras Enrique Cárdenas de la mano de su esposa abandonaba el escenario y los militantes que aún ondeaban los banderines del PAN, PRD y MC.