Se aseguró que vendrá un plan completo de seguridad para la entidad.

 

Pero frente a aquel compromiso de campaña se debe contrastar la presencia de personajes que son y serán una sombra para la gestión de Barbosa.

 

El primero de ellos es —sin duda alguna—, Juan Luis Galán Ruiz, director de la Agencia Estatal de Investigación, dependiente de la Fiscalía General del Estado. El funcionario es una de las piezas que acompañaron la fatídica gestión de Víctor Antonio Carrancá Bourget  y que lamentablemente ha permanecido hasta nuestros días.

 

Galán es el jefe de la Policía Ministerial y la ha conducido con todas las formas de Carrancá: incompetencia, negligencia, simulación. Sus recorridos a las comandancias del interior del estado son inexistentes. El funcionario nunca se ha parado en las instalaciones que ocupan sus agentes.

 

Frente a esto, el rezago en la ejecución de órdenes de aprehensión está en su nivel más alto en la historia de la procuración de justicia. Como no hay un seguimiento puntual, ni una escrupulosa supervisión, las órdenes quedan abandonadas incluso por años. Asimismo, algunas comandancias presentan dos o tres oficios de investigación por mes.

 

El caso más sonado de la indiferencia de Galán Ruiz es el proceso que se sigue contra el homicida de la activista transgénero Agnes Torres, ya que el funcionario incurrió en ‘Desobediencia de mandato de una autoridad judicial’ porque no ejecutó en tiempo y forma la orden de aprehensión.

 

El gobernador Barbosa ha repetido que tiene la mejor de las opiniones del Doctor Gilberto Higuera Bernal, por lo que se hace prioritario que el Congreso del Estado agilice el formal nombramiento del Fiscal General. De esta manera podrá nombrarse un nuevo titular de la Agencia Estatal de Investigación que pertenezca a la mística de pulcritud y eficiencia de Higuera.

 

Cambiamos de área.

 

Otro personaje que pronto se convertirá en una figura sombría para la gestión de Barbosa se llama Narciso Peña Cortés, actual subsecretario de Coordinación y Operación Policial, que depende de la Secretaría de Seguridad Pública.

 

Generoso lector, le pedimos que lea con detenimiento y atención las siguientes palabras; la presencia de Peña Cortés es una de las más delicadas para la entidad poblana.

 

Este sujeto viene de una de las plazas más corrompidas y descompuestas por el crimen organizado y su papel en esas regiones fue, por lo menos, incompetente.

 

Narciso Peña Cortés es capitán de fragata de Infantería de Marina y paracaidista. Hasta hace unos meses era comandanta de la Policía Municipal en Boca del Río, Veracruz.

 

Estamos hablando de uno de los municipios más golpeados por la delincuencia organizado; una zona que Los Zetas se disputan con el Cártel Jalisco Nueva Generación y con otros pequeños grupos regionales.

 

Peña fue traído a Puebla por el vicealmirante Miguel Ildefonso Amézaga, en este intento por entregar la Seguridad Pública a figuras castrenses.

 

Sobre el punto debe hacerse una observación obligada. Si la guerra desatada durante los últimos 12 años en nuestro país nos deja una lección es que la militarización por sí sola, de ninguna manera ha paliado la violencia. Los militares y marinos en las calles no son una garantía de pacificación.

 

La labor de inteligencia policial ha sido marginada por la tentación de recurrir a la fuerza de las armas. Y hoy seguimos en una incontenible vorágine de violencia.

 

Hoy más que nunca los poblanos debemos revisar las lecciones que arrojan otras entidades. 

 

Como siempre, quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.