En Puebla el proceso previo al inicio de las precampañas se torna gris y ofensivo para los llamados "ciudadanos a pie" quienes no están interesados por la polémica política al interior de los partidos y que hoy, después de un año de aguas agitadas, están cansados de peleas entre unos y otros y sólo esperan que esta pesadilla de ingobernabilidad termine pronto.
Reconciliación es lo que prometen en este nuevo proceso; reconciliación entre todas las clases políticas; priistas, perredistas, morenistas y hasta panistas, tomados de la mano promete alguno.
Reconciliación entre las izquierdas y una gran coalición propone otro.
Al final, el escenario sólo asegura una cosa que a los más adultos les hará recordar aquellos tiempos del ‘Partidazo’ en que no había de sandía o de mango; había priistas contra priistas y la elección parecía más un mero trámite. Hoy se trata de Morena.
La promesa es válida, hace falta reconciliación entre los poblanos y sobre todo entre la clase política que nos gobierna. Reconciliación en el Congreso del Estado para que las iniciativas sirvan para solucionar problemas sociales y no sean usadas como ‘garrote político’ para presiones o venganzas personales. Reconciliación en los ayuntamientos para que se haga lo mejor para la población y se dejen los revanchismos políticos contra administraciones pasadas, que los cabildos se pongan de acuerdo y dejen la pelea de egos políticos.
Por ahora esa reconciliación se ve lejana y más bien es una guerra interna en el partido dominante la que se hace presente.
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Son muchos los que ven con buenos ojos al partido obradorista, incluso los más férreos opositores hoy ven en Morena la opción para sobrevivir; algunos ya dieron esa prueba de amor y están siendo bien recibidos; otros aún esperan quién es el ‘bueno’ para ponerse el chaleco color vino.
Los que se quedan siguen culpando al ‘efecto Obrador’ por su tragedia, pero poco se preocupan en formar nuevos cuadros competentes que puedan recuperar espacios para sus partidos.