De enero a septiembre de 2019, dos mil 833 mujeres han sido asesinadas en México según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Sin embargo, de acuerdo con datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), sólo 726 (25.6 por ciento) son investigados como feminicidios, mientras que los otros dos mil 107 asesinatos, como homicidios dolosos.

      A pesar de que existe una tipificación federal de los siete causales de un feminicidio, cada entidad interpreta por su cuenta cómo se demostrará ese delito en su código penal local. De acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, solamente 19 estados tienen en sus códigos penales una tipificación “adecuada”.

      Pero querido lector(a), qué podemos esperar si nuestro máximo representante, nuestro “presidente”, externa libremente que no quiere que los feminicidios opaquen la “rifa del avión presidencial” y que éstos son utilizados para “afectarlo”; o nuestro “fiscal”, quien debe  velar y realizar lo pertinente  por nuestra seguridad propone la eliminación de Feminicidio; o algunos de los llamados  “representantes del pueblo”, nuestros diputados proponiendo lo mismo ya que el feminicidio “representa un privilegio para la mujer”; o los impartidores de justicia, nuestros “jueces” tomando decisiones opacas y arbitrarias.

      En nuestro país la muerte de una mujer sólo es relevante por el amarillismo de los medios de comunicación y la sociedad machista que justifica la violencia hacia las mujeres.

      Me duele saber que Ingrid no será la última.

      Existen monstruos que no están en libros de terror.

      Existen monstruos de carne y hueso que cuando una mujer es asesinada comparten las fotos, se burlan, hacen titulares amarillistas, minimizan lo sucedido y lo difunden.

      ¡Los monstruos existen, están aquí, caminando y respirando entre nosotros!

 P.d. Ya no los dejaré tanto tiempo sin #letrasmundanas