En dicha carta, acusan un supuesto binomio partidista entre morenovallistas y priistas.

Manifiestan su inconformidad por sentirse excluidos de la toma de decisiones y echan en cara el apoyo de la bancada local de morena para que Pacheco Pulido se convirtiera en gobernador.

Olvidan que fue unánime.

No recuerdo un antecedente en donde un pequeño grupo de alcaldes exigiera cuentas al gobernador en turno o demandaran preguntarles a quiénes les hubiera gustado ver en el gabinete.

De siempre, los presidentes municipales de todos los partidos se habían enfocado en el ámbito de su competencia para no romper las reglas no escritas de la política y transitar cordialmente en sus gestiones.

Existen estructuras administrativas.

Vaya… jerarquías gubernamentales que deben respetar, guste o no.

Se están dejando llevar por presiones políticas que los pueden llevar a un punto de quiebre.  

Y entre cartas y quejas, muchos de los gobiernos municipales están reprobados.

Pero hay un grupo de más de setenta alcaldes priistas y más de cuarenta panistas que pueden ser un buen equilibrio si es que así lo quieren.

Si no mezclan su responsabilidad pública con la vorágine política que envuelve a Puebla, podrían trascender más allá de un gobierno interino y de un grupo minoritario inconforme.

Podrían, entonces, convertirse en la primera generación de presidentes, sentando bases para lo que será la reelección.