La designación del interino debió producirse hace dos semanas, pero los responsables decidieron abrir un juego que sólo les ha permitido exhibir  su irresponsabilidad, protagonismo y sed de poder.

 

De entrada no pudieron reprimir su apetito y se promovieron como posibles candidatos para una gubernatura de unos cuatro meses.

 

Después desataron las aspiraciones de ilusos y personajes honorables que han sido promovidos por organizaciones de ciudadanos invitados para darle visos de seriedad al proceso.

 

Cuando nuestros representantes por fin se decidan y les ordenen dar el nombre del elegido, Puebla entrará a otra fase del juego político.

 

Y cuando arranque en el mes de marzo el calendario para el proceso político electoral, nuevamente el fantasma de la polarización se hará presente.

 

¿Cómo será la campaña?

 

La respuesta es obligada, tres candidatos en 90 días buscarán ganar la preferencia "como se pueda" de más de un millón de votantes.

 

Los tres candidatos irán con "todo".

 

Sin piedad.

 

Con la consigna de ganar como se pueda.

 

Para entonces el gobernador interino tendrá el reto de mantener la gobernanza mientras unos a otros se destruyen ventilando fortalezas y debilidades de "las figuras" que les antecedieron.

 

Para ese momento el gobernador interino sin reprimir tendrá que cuidar el entorno político, con mano izquierda y mano derecha suave par que no se le encienda el estado.

 

El panorama es claro, el gobernador interino debe ser más que un iluso; un personaje con conocimiento, experiencia, ‘colmillo’, alejado de las pasiones para tomar decisiones y con sabiduría para conformar un equipo que tendrá claro que su paso por la administración es fugaz.

 

¿Quién puede ser este dechado de virtudes?