Las explicaciones por parte del secretario de Relaciones Exteriores pueden ser abundantes y detalladas, lo cierto es que la percepción general es una sola: el poderoso amenazó al débil con el famoso arancel del cinco por ciento, y el débil obedeció, y descartó el camino de la confrontación que sólo acarreará más  problemas y pondrá en riesgo el presente y el futuro de esta nación.

El tema es cuestionado por todos.

Pero en el terreno de los hechos, lo rescatable es que hay que llevar la fiesta en paz y ponerse a trabajar.

Los reclamos e inconformidades en este momento no tienen cabida ante el riesgo sobre casi un millón de empleos, un encarecimiento brutal y una inestabilidad generalizada que ahondaría rezagos que hoy ya resultan incontrolables.

Nos guste o no nos guste, no había de otra.

Hoy sólo hay que exigir a las autoridades que cumplan bien con los acuerdos pactados, antes de que el poderoso vecino cuestione y decida otra suerte para México y los mexicanos.

Y es que el acuerdo se pactó en forma temporal mientras se cumplen todas las exigencias estipuladas por el poderoso, al que “no hay que hacer enojar”.

Así las cosas hoy, hay que ser cautelosos y obedientes sin buscar explicaciones.

Los peros ya los dijo el senador Porfirio Muñoz Ledo, y todos estuvimos de acuerdo con él.

Hoy con la tarea explicada, a trabajar y con orgullo levantar la mano derecha con el dedo pulgar recogido y los otros cuatro extendidos en señal de que en este país se trabaja en la Cuarta Transformación, que en los hechos resulta muy diferente a lo que otros con menosprecio llaman “transformación de cuarta”.

Por la buena o como se tenga que decir, a poner orden en las fronteras para que los miles de migrantes de la región entiendan que “el sueño americano” está agotado.