Esto visto desde la butaca del espectador da pena ajena.

El comentario a propósito es que los últimos días vemos cómo se multiplica la lista de personajes puestísimos a gobernar la entidad en un suspiro menor a un semestre, tiempo necesario para que su mejor sonrisa sea captada por un artista del pincel para que al término de su efímero mandato su retrato sea colocado en el salón de gobernadores en uno de los espacios de Casa Aguayo.

¿Qué los mueve de fondo?

En algunos casos hay que ser sinceros, son promovidos desde las entrañas de las corrientes políticas por así convenir para blindar sus círculos. En los demás la intención va desde el sueño guajiro hasta la locura y el lanzamiento de la caña de pescar con todo y la carnaza para ver qué pescan.

Al final de cuentas en términos de mercadotecnia los "voluntarios" se la juegan buscando dividendos que pueden conseguirse a mediano y largo plazo. Es cuestión de sentarse a esperar.

En tanto los partidos políticos, en abierta disputa para recuperar la plaza -como en una operación matemática-, se dividen y se restan fuerza para salir a enfrentar al verdadero contrincante que es el partido de enfrente.

En este contexto, la sana aspiración para luchar por un proyecto de desarrollo y crecimiento queda relegada a la sección de olvidados.

El reto político y el momento de las definiciones para lanzar candidatos para la nueva elección constitucional todos lo viven confrontados en una operación que hoy, apresurada por las redes sociales, todo lo ventilan, hasta conformar el fenómeno de la polarización de todos los espacios incluyendo a las familias y las parejas.

Esto, más que representar el quehacer político, es una expresión del retroceso a una etapa de salvajismo que estábamos seguros que ya lo habíamos superado.

Hay que reconocer que hoy en día prevalecen personajes y grupos animados a revolver las aguas y crear tsunamis que todo lo destrozan.