Cuando todos reclamamos y luchamos para que este país recupere la paz y armonía, resulta que muchos mexicanos se la han ingeniado para comprar armas para “su defensa personal”.

 

Desde luego que esta compra se da fuera de toda legalidad.

 

Muchos mexicanos se las han sabido ingeniar para comprar sobre todo pistolas para repeler a asaltantes tanto dentro de su domicilio particular como cuando se movilizan a bordo de su vehículo.

 

Y cabe la pregunta: ¿así vamos a apaciguar a esta sociedad?

 

Para comenzar, la totalidad no tiene la mínima información ni conocimiento para manejar un arma, pero la adquiere, algunos incluso la consideran “su amuleto protector”.

 

Y ese es el problema, cuando nunca se ha tenido en las manos un arma, ésta se vuelve en la peor amenaza.

 

Las armas, dicen los más viejos, “son cosa del diablo”.

 

Y así se ha visto.

 

Para unos cuantos comprar armas en los Estados Unidos ha resultado una gran oportunidad para hacer negocio. Y tan saben del negocio que tienen la suficiente información para introducirlas ilegalmente a territorio mexicano sin ningún problema.

 

Y es que en los Estados Unidos cualquiera compra un arma sin ninguna restricción ni problema, a diferencia de México, donde existen leyes con sus normas para regular el mercado de las armas.En México para controlar la posesión de armas, para los audaces es letra muerta.

 

De acuerdo con los datos oficiales se habla de que anualmente ingresan al país 250 mil armas en forma ilegal.

 

¿Hay corrupción?

 

Usted tiene la respuesta.

 

Pero con este tráfico tenemos en los últimos 12 años un armamento clandestino de entre dos millones y medio y tres millones de armas entre particulares, unos para defensa y otros para canalizar sus necesidades nada claras.

 

Y lo interesante es que el gobierno con sus campañas para desarmar a la sociedad mexicana, apenas y ha logrado captar el equivalente al 10 por ciento de todas las que han ingresado ilegalmente en territorio mexicano.

 

¡Preocupantes datos!

 

Ahora entiende usted cómo hasta por rebasar un automovilista a otro surgen los enfrentamientos y salen a relucir las pistolas y se ponen en juego las vidas de inocentes que tienen la mala suerte de cruzarse en el momento no indicado y en el punto no indicado.