Así de simple y rutinario.

Pero hay que ponerse en los zapatos de los asaltados, salen de su hogar para dirigirse a trabajar, estudiar, a una consulta médica, en fin.

Cuando se trata de estudiantes, el o la joven sale con el importe justo de sus pasajes. Y si porta un teléfono celular, generalmente este fue adquirido en abonos y con muchos esfuerzos.

Cuando se trata de quien va a trabajar, porta un poquito de más liquides para hacer frente a una comida intermedia, las deudas que hoy en cómodos abonos se contraen en cualquier centro de trabajo con las compras por catálogo de cosméticos, bisutería calzado, y artículos para el hogar. Y en cuanto a su celular, no dispone del tiempo -medio día-  para acudir a una agencia del Ministerio Público para hacer la denuncia.

En el caso de quienes se transportan temprano para llegar a una cita médica, definitivamente ya le echaron a perder su cita, el día, su tratamiento, y en algunos casos hasta se recrudecen sus padecimientos por el susto y la impotencia ante la actuación de los ladrones.

Las bandas que se han especializado los últimos tiempos en éste tipo de asalto, “trabajan” sin problema, porque las autoridades no están en su chamba.

Se admite que no se va a poner un policía o más para resguardar a los pasajeros de cada unidad del transporte. Pero con ésta explicación, cada quien se puede resignar a su suerte o armarse de valor para enfrentar a los delincuentes, con el riesgo que han corrido docenas de personas en el intento, y que han perdido la vida, como en el sonado caso del famoso “doctor Cosquillas” que apenas el domingo fue sepultado.

¿Qué vamos a hacer?

¿Cómo se va a frenar éste tipo de asaltos?

Son preguntas para las que las autoridades no tienen respuestas, con todo y la danza de felices estadísticas con las que dan el reporte de que hay un control de la delincuencia.

Y lamentablemente por diversos problemas sociales, el número de delincuentes crece y las posibilidades de ser víctima de un atraco