¿Alguna vez se han puesto a pensar qué harían si Facebook los vetara? Seguramente hace algunos minutos u horas despertaron y lo primero que hicieron fue revisar quién le había dado like a sus publicaciones, quién vio sus historias en Instagram, qué personas les mandaron un mensaje por Messenger y entraron a Twitter a ver si David Faitelson ya escribió algo para que le recuerden el putazo que le dio el dromedario de Tepito aquella hermosa tarde en el Luis Pirata Fuente.
Generalmente lo que pase en Instagram y Twitter a nadie le importa a menos que seas Kim Kardashian o ‘El Burro’ Van Rankin. En agosto de 2019 seguimos dependiendo de Facebook no sólo para compartir memes sino prácticamente para sobrevivir al siglo XXI. A Facebook le hemos firmado un contrato de por vida para saber absolutamente todo lo que nos gusta, nuestras compulsiones, miedos, nuestras pláticas y nuestras nudes tienen un dueño aparte de nosotros y nuestro destinatario, y es eso que los 90 denominó como cyber-espacio (la neta escribir cyber-espacio es como decir Chido Liro y se escucha bien Jordi Rosado, pero no sabía cómo chingados expresarlo).
Facebook nos regala un boleto de viaje que tiene principio, pero no sabemos cuándo ni cómo puede terminar. Hace unos días desperté con la noticia de que mi Facebook había sido suspendido, no por 72 horas, no por 3 semanas, no por un mes, sino de por vida ¡DE POR VIDA! Por supuestas denuncias en las que infringía con sus normas y atacaba a terceros de “su comunidad”, en pocas palabras ¡TODO UN PINCHE TERRORISTA DE MAYORAZGO!
Seguramente muchos dirán: “Pendejo, abre otro Face y deja de andar chingado la madre mi, mi, mi, mi”. Ya lo hice, queridos lectores, y no con uno, ni con dos ni con tres, con seis cuentas de diferentes correos, de diferentes dispositivos y computadoras y es el día que no puedo volver a abrir una cuenta de Facebook ¿alguien instaló un espía en mi cel? Nah, no creo…
Cuando te cierran tu Facebook de por vida no sabes si llorar por las fotos que tenías, por los contactos o por las oportunidades de trabajo que de Facebook te pueden llegar, y no me refiero a los pendejos de ¡Hola! ¿Te puedo hacer una pregunta? Mi ingreso mensual por trabajar en Facebook era de 10 mil modestos pesos y, bueno, actualmente soy un pobre desempleado gracias a que alguien denunció mis contenidos “terroristas”, y no sólo eso, ya no puedo abrir uno nuevo.
En la actualidad Facebook es la primera cosa a la que le dedicamos tiempo desde que inicia nuestro día. No estar dado de alta en él es prácticamente no existir para nuestra familia, amigos y hasta para la empresa en la que trabajamos. Las relaciones de amistad y noviazgo ya no preguntan ¿qué música te gusta? o ¿qué comida prefieres? porque puedes estar seguro que tu nombre ya fue escrito en el buscador y ya saben todo de ti.
No sé si algún día pueda regresar a Facebook, no sé si mis dispositivos estén en las temibles manos de un hacker, no sé qué le hice a Facebook, no sé si cambiar mi IP, cambiar de teléfono o tener que disfrazar mi dirección MAC y tampoco sé por qué chingados cada vez que abro una cuenta nueva en 20 minutos la dan de baja.
Tarde o temprano regresamos a lo tradicional, véanme a mí, publicando en un periódico impreso, las nuevas tecnologías al principio son “revolucionarias”, pero tarde o temprano le dicen NO a LIBERTAD DE EXPRESIÓN (chequen cómo ha sido la vida de Mark Zuckerberg estos últimos años), aquel hombre que nos regalaba un infinito en blanco que muchos ayudamos a dibujar, hoy es un viejo miedoso que mejor va de la mano del sistema como cualquiera de la Generación X.
Guarden sus mejores momentos en una USB o vayan y compren una pinche cámara desechable, midan sus instantes con Facebook, algún día lo pueden perder, hay momentos que sólo deberían ser de ustedes y jamás ser públicos, y sobre todo cuiden a sus amistades físicas porque esas hacen más daño que un pinche virus troyano cuando descargabas tus rolitas de Ares.