Si Morena no hubiera tenido un candidato hiperactivo en Luis Miguel Barbosa —que tuvo más de 100 actos en la Angelópolis y recorrió sin tregua más de cuatro mil kilómetros por todo el estado—, hoy podríamos estar reseñando una catástrofe, pues a la luz de los resultados finales de la elección extraordinaria a gobernador, Morena y sus principales figuras no aportaron lo esperado en votos.
Las figuras de Morena se quedaron cortas: alcaldes, diputados locales, federales, senadores, movilizadores. Todos fallaron. Como partido, terminaron detrás de Acción Nacional. Sin el PT, y sobre todo sin el Partido Verde de Juan Pablo Kuri, el resultado se hubiera volteado. Por segunda ocasión, el PVEM es la bisagra del poder.
Los poblanos bajaron de su nube a los ‘morenos’ poblanos que, tras los impactantes resultados del 2018, se sintieron hechos a mano, dueños de un capital electoral que hoy se declara inexistente. Desde los senadores Armenta y Nancy, hasta los alcaldes de Puebla, San Andrés, San Pedro y varios lugares más, todos fracasaron. No se diga los diputados locales y los federales.
La entrega de medallas y el deslinde de responsabilidades, a ojos del candidato ganador, se encuentran en ‘números rojos’ con el primer dato: como partido, Morena obtuvo menos votos que Acción Nacional, que se mantiene como primera fuerza partidista en la entidad y toma oxígeno rumbo a los comicios de 2021.
Genoveva Huerta pasó la prueba, no así Mario Bracamonte como dirigente en funciones de Morena. Se sabe que la operación electoral no es su fuerte, pero no vio venir el desastre en varias demarcaciones.
Con contundencia, los poblanos bajaron de su nube a los ‘morenos’ en la zona metropolitana. Unos, no acudiendo a las urnas, otros, votando en contra. Pero el efecto no se queda sólo en Claudia, Karina Pérez Popoca y Arriaga, sino que se extiende a múltiples personajes que se la creyeron. La lista es interminable.
De alguna forma, Morena vive la ‘cruda’ de la libre admisión en 2018. Este año, la lista de personajes escandalosos es pavorosa. La encabezan José Juan Espinosa y Héctor Alonso en el Congreso. Le sigue Nay Salvatori en San Lázaro. El regidor Roberto Esponda en el Cabildo, por no decir todos los regidores de ese Cabildo. Todos ellos no dejan de producir desmanes y titulares mediáticos.
Pero el premio se lo lleva Alejandro Armenta, que en su contracampaña dañó más que nadie a Barbosa. Él comenzó la ofensiva de la enfermedad, revivió el asunto de la casa de Miguel de la Madrid, y claro, el complot para deshacerse del candidato revelado en el ‘audioescándalo’ con Violeta Lagunes. ¡Ufffff!
Pero a la hora de sumar votos, nadie entregó buenas cuentas. José Juan Espinosa, como diputado por el Distrito X de la capital, dejó pasar la goliza en esa demarcación, y como amo y señor de Cholula, traicionó al candidato de Morena para apoyar a Enrique Cárdenas. En el war room del gobernador electo tienen todas las pruebas en la mano.
Luego, la diputada federal Nay Salvatori por Cholula, gran productora de escándalos en titulares nacionales, sufrió muestras brutales de repudio, que se mezcló con los malos gobiernos de Karina —que trae una lucha de clases absurda, trasnochada, en la zona de mayor patrimonio inmobiliario del estado— y el frívolo Arriaga, mendigante del plato de frijoles que le sirvan.
La joya de la corona del desastre es la capital del estado, donde el PAN le pegó 2 a 1 a Morena. Los poblanos le bajaron los humos a Claudia Rivera, quien por lo menos tiene la honestidad de ofrecer un ‘golpe de timón’, aunque no se sabe si tenga la capacidad de hacer un buen gobierno.
El boquete electoral es inmenso, pero la alcaldesa no quiso leer con pragmatismo la encuesta del INEGI que revelaba un repudio del 93 por ciento de los poblanos. Hace un año, Rivera Vivanco obtuvo 343 mil votos. Este año, Barbosa sólo sumó 161 mil votos entre los tres partidos.
La sentencia es brutal: en apenas un año, perdieron uno de cada dos votos que obtuvieron en 2018. En esas condiciones, la elección de 2021 será una cuesta arriba.
Se la creyeron los ‘morenos’. Pero ya les bajamos los humos. Es hora de aterrizar. El candidato, hoy gobernador electo, los salvó a todos con su hiperactividad.