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Miércoles, 14 Agosto 2019 03:46

Barbosa encuentra su propia forma de ejecutar la 4T en Puebla

Barbosa encuentra su propia forma de ejecutar la 4T en Puebla Escrito Por :   Arturo Rueda

Luis Miguel Barbosa se ha propuesto subvertir esa pirámide del poder ancestral de México, poniendo en el centro al pueblo ignorado para darle una nueva dimensión. Lo ha logrado por lo menos en su primera semana de gobierno, pero nadie sabe cuánto durará el impulso o si este ejercicio se hará de forma permanente


 

El modelo neoliberal de gobierno que dominó México durante los últimos treinta años tuvo un gran éxito al implementar la idea de que el tiempo de los gobernantes es muy valioso y que no deben desperdiciarlo atendiendo a los gobernados, pues esa es tarea de los funcionarios menores, también denominado staff, como se llama al conjunto de gatitos de angora que rodea a los servidores públicos más importantes de una administración.

 

Según esta concepción neoliberal, el gobernante tiene cosas más importantes que hacer con su tiempo. Elaborar proyectos, programas con base a su expertis o títulos académicos; reunirse con sus subordinados para hacer “equipo”, dedicar largas comilonas con periodistas o empresarios, promoverse para otro cargo o un puesto de elección popular, evaluar las políticas públicas a su cargo.

 

También ponerse a disposición del superior jerárquico para los que se ofrezca, entendiendo como “lo que se ofrezca” ir por unos tragos, invitar a las secretarias a bailar, cobrar comisiones de la obra pública o de las licitaciones. Es decir, un conjunto de actividades en las que no aparece el llamado “pueblo”.

 

El “pueblo” sólo existe para las inauguraciones de obras en las que el gobernante en turno pronuncia un discurso sobre los logros de su gobierno, las bondades de la obra o la propia “vanagloria” de un gobierno comprometido con la gente. Estrecha algunas manos, pues la mayor parte son acarreados.

 

Ese pueblo sólo tiene derecho de aplaudir al Tlatoani, y según el grado de osadía, acercarse al staff para entregarle peticiones por escrito en folders, folders que según se canalizan al área de Atención Ciudadana, pero en realidad sólo acaban en el triturador.

 

Pero el pueblo desea hablar con su gobernador, plantearle sus problemas, pedirle chamba, solicitar apoyos económicos, realizar gestiones, solicitar atención médica para un familiar, la agilización de un trámite notarial o registral, acusar a los funcionarios prepotentes y mamones, señalar a los que fueron a pedir el voto, hicieron compromisos, pero nunca volvieron.

 

Luis Miguel Barbosa se ha propuesto subvertir esa pirámide del poder ancestral de México poniendo en el centro al pueblo ignorado para darle una nueva dimensión. Lo ha logrado por lo menos en su primera semana de gobierno, pero nadie sabe cuánto durará el impulso o si este ejercicio se hará de forma permanente.

 

Se trata, como decimos, de una pirámide ancestral que nos viene de dos vías: el temor reverencial al Tlatoani y el elitismo de los virreyes españoles, quienes no trataban con indígenas, mestizos y solamente por excepción con los criollos. Lo suyo eran los iguales a ellos, es decir, los peninsulares.

 

Ayer, la segunda Jornada de Atención Ciudadana tuvo un impacto brutal. El gobernador dedicó 8 horas de su tiempo para sentarse a escuchar a sus gobernadores y dar cauce a las peticiones. En ese tiempo atendió a 243 poblanos y ni siquiera tuvo tiempo de irse a comer.

 

Por supuesto, afuera de Casa Aguayo hubo un tumulto y la exigencia de mejorar los turnos. Un protocolo básico ya se instauró semejante al del IMSS o al ISSSTEP en las épocas de pedir ficha, pues cada martes habrá que formarse desde la madrugada para ganar turno.

 

Sobra decir que pese a la espera, la gente estaba fascinada, pues ser atendidos por un gobernador es algo inalcanzable para su realidad. Acostumbrados al influyentismo como marca distintiva de la política mexicana, que un gobernador baje del pedestal es algo inusitado.

 

Se trata, sin embargo, del primer mandamiento de la 4T que practica Barbosa de la misma forma que lo hace López Obrador: en el centro de la política está la gente. Parece fácil de entender, pero costará cambiar la cultura de los funcionarios, pero también de la sociedad.

 

**** El estadio aplaude con frenesí. Falla la Cuarta Transformación en darle rumbo a México, pero no en castigar a los corruptos que nos saquearon. La prisión preventiva necesaria a Rosario Robles, la hamponísima titular de Desarrollo Social y de Sedatu en el sexenio de Peña Nieto, es un pequeño bálsamo para los millones de mexicanos que asistimos azorados a sus abusos.

 

Por supuesto, Juan Carlos Lastiri, el poblano más influyente en el sexenio de Peña, debe estar pensando en abandonar el país, pues versiones extraoficiales de la Unidad de Inteligencia Financiera señalan que ya han puesto en la mira las cuentas bancarias del zacatleco. Es tiempo de ponerse los tenis y a correr.

 

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