-¿En qué puedo servirle?-, es la frase con la que el gobernador Barbosa abre el diálogo con cada uno de los poblanos que acuden a las Jornadas de Atención Ciudadana, un fenómeno social y político que comienza a desbordarse semana a semana por la cantidad de gente que acude a ellas.
La Jornada de Atención Ciudadana, en apenas tres semanas se ha convertido en el corazón del gobierno barbosista. La decisión de hacer en privado la de ayer, a diferencia de las dos anteriores que fueron públicas en el patio principal de Casa Aguayo, se debe a la naturaleza de las peticiones que recibe el gobernador, todas dignas de solidaridad y no de fotografías para lucrar con el dolor humano.
Hasta las peticiones más inocuas a juicio de cualquiera de nosotros, como acudir al gobernador para pedir trabajo o encontrar un empleo, merecen la empatía de Barbosa, pues en verdad son poblanos necesitados que por edad, educación o condición de salud no lo encuentran. Son discriminados y por primera vez tienen a mano al gobernador para hablarle directamente.
La Jornada de Atención Ciudadana de ayer no comenzó ayer, sino antier, pues los poblanos comenzaron a hacer fila afuera de Casa Aguayo alrededor del lunes a las 10 pm. Enterado Barbosa de ello, ordenó que comenzaran a ser atendidos y terminó aproximadamente a las 2 AM, hora a la que se fue a dormir.
A esa misma hora, 2 AM, llegaron los poblanos que serían atendidos a partir de las 10 de la mañana.
Sumando las horas del lunes y martes, Barbosa atendió personalmente a casi 500 poblanos, rompiendo su récord de la semana anterior. Y para todos hay respuesta.
Las Jornadas de Atención Ciudadana se han convertido en el corazón del gobierno barbosista porque cumplen el objetivo de subvertir la pirámide histórica del poder en México: por primera vez, primero los más pobres, los más necesitados, los que nunca imaginaron en su vida poder dialogar con un gobernador.
Como en botica, entre las peticiones se mezclan lo sublime y lo ridículo, lo noble con la hamponería. Lo mismo quien acude para pedir la restitución de un bien, el apoyo para la compra de medicamentos o prótesis, los que buscan un trabajo que por edad no encuentran, a los que acuden al gobernador para que le den obra pública, un contrato.
Pero la posibilidad de ver al gobernador abre las puertas de lo inimaginable.
Pongo un ejemplo.
Una poblana con debilidad visual, Raquel Medel, acudió ayer a la jornada con el objetivo de conseguir el apoyo del gobernador para convertirse en la próxima presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH). Le contó al gobernador que hace un año se había titulado de abogada pese a su discapacidad y que siempre había trabajado para los grupos vulnerables.
Tras revisar sus documentos, Barbosa le explicó que no podría presidir la Comisión dado que uno de los requisitos era una experiencia previa de 5 años como abogado, lo que ella no tenía.
Parecía que se iba a ir con las manos vacías, pero entonces ocurrió lo inimaginable: Barbosa la invitó a integrarse como subsecretaria de Derechos Humanos en Gobernación, en sustitución de Luis Soriano Peregrina, el activista sobre el que pesan varias denuncias de acoso sexual.
Ayer por la noche, el gobernador Barbosa firmó el nombramiento de Raquel Medel como subsecretaria, aun cuando ella acudió a las Jornadas de Atención con otro objetivo. Su nombramiento se hará público este día.
Y es que cuando uno tiene al gobernador a mano, cualquier cosa puede ocurrir. Sobre todo un acto de solidaridad de Barbosa con los menos favorecidos. Y todo inicia con un
-¿En qué puedo servirle?-