La reforma fiscal de Morena aprobada ayer en el Senado, que se traduce en un terrorismo fiscal como no se veía en décadas, es el oxígeno que necesitaba el PRIAN para revivir rumbo a las elecciones intermedias de 2021: cientos o miles de empresarios, ahora equiparados a secuestradores, asesinos, narcotraficantes y huachicoleros, votarán masivamente contra López Obrador y la Cuarta Transformación.
No está mal que el gobierno de López Obrador quiera elevar la recaudación. Pero está terrible que lo haga a través del terrorismo fiscal que se provoca al equiparar la defraudación con la delincuencia organizada, o que iguale a los empresarios, chicos o medianos, que han comprado o vendido facturas, con los secuestradores, narcotraficantes, homicidas, extorsionadores o huachicoleros.
Con la reforma avalada ayer por Morena, todos reciben el mismo trato: prisión preventiva oficiosa. Se vuelve al esquema de que un contribuyente, un ciudadano, va a pasar cinco años defendiendo su inocencia… desde prisión. Algo que buscaba evitar el nuevo Sistema de Justicia Penal.
No van a caer los grandes contribuyentes con esta reforma porque ellos nunca caen. Van a caer los pequeños o medianos contribuyentes. Sobre todo los que adquirieron bienes o servicios de buena fe y al cabo de los años resulta que las sociedades a los que compraron en realidad fueron declaradas empresas fantasmas, no localizadas, o cuyos comprobantes respaldaban operaciones inexistentes.
La reforma aprobada en el Senado no distingue entre la buena o la mala fe. Todos son tratados igual: prisión preventiva oficiosa. Por eso es terrorismo, porque no hay oportunidades de defenderse.
Ni Morena ni López Obrador van a inventar el hilo negro: todo este tipo de reformas fiscales agresivas acaban traduciéndose en votos de castigo masivos. Hay que preguntarle a Peña Nieto y a José Antonio Meade cómo les fue con el gasolinazo: se fueron al tercer lugar en la elección presidencial de 2018.
Precisamente, el gasolinazo fue la palanca sobre la que López Obrador se encaramó para llegar a la Presidencia. Desde enero de 2017 su crecimiento en intención de voto coincidió con la ira social por el aumento sustancial en los combustibles.
De la misma forma, esta reforma fiscal terrorista, criminalizadora, será la palanca sobre la que se levantará el PRIAN, que estaba moralmente derrotado, en la lona, sin discurso. Ahora tienen uno: López Obrador no tiene llenadera y la legislación sólo tiene efectos recaudatorios. Intimida con cárcel oficiosa para obligar a pagar.
El dictamen reforma adiciona y deroga diversas disposiciones de la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada, de la Ley de Seguridad Nacional, del Código Nacional de Procedimientos Penales, del Código Fiscal de la Federación y del Código Penal Federal.
El texto señala como delito “la expedición, venta, enajenación, compra o adquisición de comprobantes fiscales que amparen operaciones inexistentes, falsas o actos jurídicos simulados”.
Prevé las mismas sanciones al que permita o publique a través de cualquier medio anuncios para la adquisición o enajenación de comprobantes fiscales que amparen operaciones inexistentes, falsas o actos jurídicos simulados.
Fíjese semejante tontería: si CAMBIO le vende publicidad a una empresa, por ejemplo, que vende tornillos, ¿tendré yo que ir a cerciorarme que en verdad los vende, hacer una visita verificadora, checar sus existencias, pedimentos de importación, ir a cerciorarme de su sede, cuántos obreros y cuántos vendedores tiene, si cumple todas sus obligaciones fiscales? ¿Hasta ese momento le vendo una plana o un banner? No mamar.
Vaya estupidez. Si esto prospera en la Cámara de Diputados, en el 2021 Morena y López Obrador van a recibir el voto de castigo por criminalizar, igualar, a empresarios con asesinos o secuestradores.
Terrible.
