Sábado, 20 de Abril del 2024
Jueves, 24 Octubre 2019 04:12

De mamarrachadas y glockneradas

De mamarrachadas y glockneradas Escrito Por :   Arturo Rueda

Parece redundante, tautológico, afirmar que un mamarracho es quien hace mamarrachadas. En ese sentido, es válido afirmar que en la función de lucha libre del próximo sábado, Glockner hará la primera de sus glockneradas aprovechando el cargo que le ha dado Luis Miguel Barbosa. Si no quedó claro, lo hago expreso: las glockneradas son las mamarrachadas de Julio Glockner.


 

Ya falta poco, muy poco, apenas un par de días, para aturdirnos ante el esperpento grotesco que el antropólogo Julio Glockner, en sus funciones como secretario de Cultura, organizó para dinamitar el Museo Internacional Barroco: la función de lucha libre que convertirá el MIB en el Museo de Artes Populares y la Garnacha.

 

 

Parece redundante, tautológico, afirmar que un mamarracho es quien hace mamarrachadas. En ese sentido, es válido afirmar que en la función de lucha libre del próximo sábado, Glockner hará la primera de sus glockneradas aprovechando el cargo que le ha dado Luis Miguel Barbosa.

 

Si no quedó claro, lo hago expreso: las glockneradas son las mamarrachadas de Julio Glockner.

 

Atlantis, el gran ídolo de los niños, ni en sus sueños más locos —pese a su largo historial de campeonatos, máscaras y cabelleras ganadas, así como giras triunfales a Japón—, nunca se imaginó tener como escenario de su arte un Museo de casi 11 mil millones de pesos que se sigue pagando y todavía se pagará hasta 2039.

 

No quiero imaginar al turista nacional o internacional que arribe al MIB para admirar las pinturas de Cristóbal de Villalpando o la exposición mundialmente famosa de la Nao China y en vez de eso se encuentre con las piruetas de Octagón, Villano IV y demás practicantes del pancracio.

 

Neta, qué horror con esta glocknerada.

 

Entiendo que el secretario de Cultura desee hacer más popular al MIB o darle más afluencia de los propios poblanos que no conocen el recinto —pese a que se paga por todos—. Incluso coincido en que el Museo diseñado por Toyo Ito se convirtió en un agujero de gastos superfluos e innecesarios.

 

Pero popular no es sinónimo de populachero.

 

¿La forma adecuada de revivirlo o aumentar su rendimiento es degradar su concepto museográfico, abaratarlo, con algo tan pedestre como la lucha libre?

 

Y conste que no me desagrada la lucha, sino por muchos años fui fan de ese espectáculo que es a la vez deporte y show.

 

Simple y sencillamente, por más que se esfuerce en su retórica glockneriana, no hay un punto que conecte al Barroco —como expresión artística— con la disciplina populachera del pancracio, de ese universo de rudos y técnicos.

 

La lucha libre tiene su escenario: la arena Puebla, la Coliseo, la México, el viejo Toreo. Lugares idóneos para el desfogue, la mentada de madre, la cemita. No el Museo Internacional Barroco de casi 11 mil millones de pesos.

 

¿Cómo se le ocurrió a Glockner su glocknerada de la lucha libre en la que además se invertirá casi un millón de pesos?

 

Nadie lo sabe, excepto que el pretexto es la llegada de una exposición de un artista cuasi desconocido, Mauro Terán, quien hace pintura pop de luchadores, cantantes y actores de la edad de oro del cine mexicano.

 

¿Qué tiene que ver eso con el Museo Internacional Barroco?

 

Lean, por favor, semejante mamarrachada de Glockner: "Hay luchadores reconocidos y hay retos que tienen que ver con el desenmascaramiento, ahí se constituye un juego simbólico que en el territorio tiene su origen desde el periodo preclásico, siendo la máscara un elemento primordial de la cultura mexicana", explicó el funcionario.

 

Bodrio, es poco. Si estudió, no se le nota.

 

Y si no sabe ser secretario de Cultura, se le nota mucho.

 

¿Cómo alguien tan inteligente como Luis Miguel Barbosa contrató a este mamarracho?

 

Increíble lo que veremos este sábado a las 17:00 horas.

 

La destrucción del concepto museográfico del MIB, cuyas implicaciones serán graves.

 

Atentos a la advertencia: esta será la primera, pero no la última, glocknerada de Julio Glockner.

 

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