Suponiendo sin conceder que el presidente López Obrador le leyó la cartilla a Gabriel García Hernández —coordinador— y los 32 súper delegados del Gobierno federal para que saquen las manos del proceso interno de Morena, y los amenazó con renunciarlos e incluso ponerlos a disposición de la Fiscalía General de la República, ¿por qué Rodrigo Abdala continúa en el cargo en Puebla, pero también García Hernández, así como los otros nueve súper delegados investigados por la Función Pública?
El presidente no puede ignorar que tanto Gabriel García como Abdala y los otros nueve súper delegados investigados operan para la facción que encabeza Bertha Luján y que entre todos ellos, tienen encarrilado un golpe de Estado en Morena para desalojar del partido… a los ultras del presidente.
Remember lo que dijo Luján respecto de las encuestas como método para elegir dirigente: el presidente hizo una sugerencia y los órganos internos del partido dijeron que no.
En todo esto o hay una gran simulación de López Obrador, quien juega a hacerse loco pero en realidad le dio a Gabriel García Hernández la manga ancha para hacer y deshacer, o en verdad es incapaz de amarrar a sus propios radicales. Los enanos le crecieron, perdió el control y está a punto de perder su partido. Un golpe de Estado.
Todas mis fuentes descartan la simulación presidencial, es decir, en verdad AMLO no quiso meter las manos al proceso interno, y de eso se aprovecharon los radicales para maniobrar y encarrilar el golpe de Estado a la dirigencia del partido.
¿Qué es real y qué es mentira en todo este batidillo?
Lo único real es que López Obrador, después de perder el partido, va a perder el poder. Es una consecuencia lógica.
¿Y qué es Morena sin López Obrador?
Una mayoría electoral precaria, un partidazo vaciado de principios y gobernador por “ambiciosos vulgares” que anhelan los cientos de millones de pesos en prerrogativas, así como la capacidad de determinar las candidaturas del 2021 que, ya se sabe, se designan por “encuestas” de las que nadie conoce en realidad el resultado real.
El problema real del presidente, sin embargo, es que ya está embarcado en el proceso de revocación de mandato que deberá realizarse en el tercer trimestre de 2021, o en 2022.
¿Cómo podrá sortear AMLO la revocación de mandato sin el apoyo de Morena?
¿Qué deberá ceder el presidente a esta panda de “ambiciosos vulgares” a cambio de que el partido que fundó, Morena, lo apoye y movilice en la revocación de mandato?
¿Y si renunció y ya no es militante de Morena porque los Luján, los García, los Abdala, tendrán que comprometerse con él?
Hay tanto en juego que el súper delegado Abdala no le tuvo temor a Dios e hizo todo lo que tuvo que hacer en las nueve asambleas del partido de hace una semana, pese a la posibilidad de sufrir sanciones.
El súper delegado ya fue denunciado en todos lados: en la Función Pública, en la Fepade —los delitos electorales ahora tienen prisión preventiva oficiosa— y la Comisión de Justicia y Honor de Morena. Incluso un grupo de ex servidores de la Nación salieron ayer a denunciar cómo fueron despedidos por negarse a operar para Luján. Mostraron pruebas, conversaciones.
A Abdala nada le quita el sueño, porque no le baja a su activismo de cara a las seis restantes asambleas que se celebrarán el 2 de noviembre.
Pese a los riesgos, la ruta está fijada para los Luján, García Hernández y Abdala: quitarle el partido a López Obrador. Y después el poder.
*** Se hunde el barco, no el capitán. Ante las versiones de una persecución inminente en contra de Eukid Castañón y la frustrada venta del diario 24 horas a supuestos empresarios del barbosismo, el periodista Mario Alberto Mejía prepara el siguiente brinco en su dilatada carrera periodística.
El quintacolumnista se pondrá al frente de un nuevo periódico que la familia Grajales Farías —concesionarios de Radio Oro— prepara para ampliar su oferta informativa en Puebla.
Se ignora el nombre todavía del nuevo periódico, si será Diario Oro, Periódico Oro u Oro Noticias, pero lo que es seguro es que 24 Horas tendrá muerte rápida.
En estos tiempos se hunde el barco, pero no el capitán.
															
				
		