Si usted lo cree conveniente, o tiene temor fundado de que las investigaciones lo alcancen por ser beneficiario del régimen morenovallista, este es un buen momento para desmayarse luego de que el periódico El Despertar confirmara —con documentos— que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) le congeló sus cuentas a Eukid Castañón, a cuatro empresas asociadas con él y a dos probables prestanombres.

 

Hace una semana, Enrique Núñez Quiroz en Intolerancia Diario adelantó que a Eukid Castañón y al senador Roberto Moya les habían congelado las cuentas. Dudé de ambas afirmaciones, pero por lo menos la aseveración se ha confirmado en el operador electoral estrella del régimen. Ya veremos qué pasa en el caso del senador Moya.

 

Quizá Eukid encuentre cierto alivio en el hecho de que, tras ampararse contra la medida dictada por la UIF, el pasado 31 de octubre el Juzgado Cuarto de Distrito le concedió una suspensión definitiva, aunque todavía no recibe el amparo y protección de la justicia federal y tampoco le han liberado las cuentas.

 

Lo preocupante para el morenovallismo no es en sí mismo el congelamiento de cuentas, sino lo que la motiva: la investigación penal por lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y delincuencia organizada. Ese es el punto central.

 

El otro punto central es que la negociación realizada por Eukid con altas esferas de Morena para no interponerse en el camino de Luis Miguel Barbosa rumbo a la gubernatura, no funcionó o no fue respetada. En realidad todo indica que nunca salió de la mira del barbosisimo, que siempre lo identificó como el perpetrador del fraude electoral de 2018.

 

De acuerdo con ciertas versiones, Castañón sí rompió con parte del morenovallismo, especialmente con el grupo de Gali —con quien siempre tuvo ostensibles diferencias— y difundió su retiro político, pero esto nunca ocurrió.

 

Por un lado, negoció una tregua con altas esferas de Morena, otorgando garantías de que no formaría parte del equipo electoral de Enrique Cárdenas. Esta parte del acuerdo sí la cumplió, tanto que puso al servicio de Luis Miguel Barbosa a su periódico 24 Horas.

 

Lo que no cumplió Eukid es que continuó actuando en el submundo del crimen organizado a través de su operador Christian N, alias El Grillo, a quien el barbosismo identifica como el operador de las gavillas que atacaron las casillas y robaron material electoral en los comicios del 1 de julio de 2018.

 

Su apuesta inicial fue que Alejandro Armenta se quedara con la candidatura de Morena, pues el acuerdo del senador con el morenovallismo venía de tiempos atrás. Tras la toma violenta del hotel MM, Armenta no volvió a aparecer en las movilizaciones del barbosisimo y dejó de defender el tema del fraude.

 

Christian N El Grillo se convirtió en el vínculo entre Armenta y Eukid, quien lo puso al servicio del senador en algún momento para después convertirse en un factor de desestabilización.

 

Fuentes de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) afirman que se descubrió un complot, en plena interna de Morena para que El Grillo matara a Luis Miguel Barbosa, pero por fortuna fue capturado antes de ejecutar ese plan. ¿Eran órdenes de Eukid o de Armenta?

 

En algún momento de este 2019 se derrumbaron los acuerdos de inmunidad pactados por Eukid, pues se descubrió su doble juego. Acordó, se retiró, pero en realidad siempre siguió jugándole las contras al barbosismo.

 

O simplemente, Eukid fue engañado. Nunca lo perdonaron, solamente lo pusieron en pausa hasta conquistar el poder, y ya conquistado, siguieron adelante con el plan de desquite contra todos los que formaron parte de la conspiración del fraude en 2018.

 

Ahora, la batalla se da en tribunales, pero la motivación es política. Barbosa no engañó a nadie: reconciliación no es exoneración.

 

Siempre hay tiempo para lanzar fuegos, y tiempo para recoger varas. Para los morenovallistas, es tiempo de recoger varas. Porque vaya que tiraron fuegos cuando las empresas vinculadas a él facturaron más de 400 millones de pesos en tiempos de Moreno Valle y Tony Gali.