Una brutal batalla de intereses se vivirá esta semana con motivo de la designación del nuevo titular de la Auditoría Superior del Estado. No podía ser de otra manera, pues se trata de una pieza central del sistema político, al margen de su función técnica de auditar las cuentas públicas. La nueva legislación y el Sistema Anticorrupción le dan una tarea central no sólo para fiscalizar el gasto de todos los entes públicos, sino incluso a particulares.

 

Esa batalla de intereses es simple: grupúsculos temerosos de los que puede avecinarse en los próximos meses, entre los que se incluye panistas, morenovallistas, priistas, incluso el rectorcito Esparza, están decididos a impedir que Morena utilice su legítima mayoría en el Congreso para designar al nuevo titular de la ASE, así como en su momento lo hizo el morenovallismo, y antes de ellos el marinismo y hasta el melquiadismo.

 

O sea, un grupo de interés quiere que el grupo de Luis Miguel Barbosa le juegue al “demócrata” y designe a un perfil que no responda a sus intereses y necesidades. Un “ciudadano”.

 

Ah caray, diría el sabio. Patrañas.

 

Pero parece que a muchos les quita el sueño que Francisco Romero Serrano llegue a esa posición, y conforme se acercan las horas definitivas, hacen hasta lo imposible para derribarlo, sin saber si en verdad se trata del favorito o es sólo un señuelo.

 

El problema para los instigadores de esa campaña, para las manos que mecen la cuna, y también para los que se prestan a publicar esas campañas negras contra el presidente de Sindemex, pues se la ponen fácil al barbosismo: si es a Romero Serrano al que le temen, por algo será, y entonces ese es el candidato idónea para la ASE.

 

Es muy sencillo.

 

Los instigadores han inventado de todo.

 

Que Romero Serrano fue expulsado del Colegio de Contadores del que fue presidente en algún momento, pero del que decidió apartarse voluntariamente. Nunca fue expulsado, pese a que maledicientes así lo propagan. Para desestimarlos, la Comisión evaluadora del Congreso recibió copia certificada de la carta de renuncia voluntaria al colegio.

 

También lo han acusado de que posee un despacho de asesoría fiscal, lo que es cierto, pues un profesional que de algo tiene que vivir y mantener a su familia, hecho que no viola la convocatoria ni la Ley de la Auditoría Superior del Estado.

 

Ayer, de la mano de Ricardo Morales, llegó una nueva malediciencia: que es militante del PRI, aunque precisamente entre las razones para descalificarlo se ubica su cercanía a Morena y a Luis Miguel Barbosa.

 

Total, ¿es culpable de una cosa o de otra? ¿O es militante del PRI —como millones de mexicanos que fueron falsamente afiliados por ese corrupto partido— o es cercano a Morena? Habrá que ponerse de acuerdo.

 

Por cierto, ni la ley ni la convocatoria prohíben la militancia en algún partido.

 

Bueno, el ridículo de Rodolfo Ruiz descalificó a Romero Serrano por ser mal hijo, ya que su mamá debe algunos años de impuesto predial.

 

La única conclusión es que hay varios grupos, o grupúsculos, a los que les da pánico que Romero Serrano llegue a la Auditoría Superior del Estado.

 

Y les da pánico porque no va a negociar ni a perdonar, ni se va a hacer wey: es un profesional del tema de la fiscalización, el único aspirante que presentó un programa de trabajo para la institución.

 

Con tanta campaña negra, se la pusieron fácil al barbosisimo: si les da pánico que llegue Romero Serrano, es porque con él no tienen herramientas para negociar. Entonces, es el bueno por más patadas de jumento que tiren.