Viernes, 26 de Abril del 2024
Jueves, 16 Enero 2020 02:16

Una revolución sin viáticos

Una revolución sin viáticos Escrito Por :   Arturo Rueda

Manzanilla, hay que decirlo, no es un rival menor y si lo suyo no es el carisma electoral, sí lo es su capacidad de articular resentimientos antes de construir proyecto. Así lo hizo a partir de 2013 contra su cuñado Moreno Valle, luego de que no le otorgó la candidatura a la alcaldía de Puebla, sino a Tony Gali.


 

Como no es indio el que no se venga, Fernando Manzanilla cerró su ciclo tirando una coz en contra de su ex jefe el gobernador y así terminó de cerrar su ciclo dentro del barbosismo. Entrevistado por Ciro Gómez Leyva, el ex titular de Segob alimentó el fuego de las especulaciones sobre la salud de Luis Miguel Barbosa al señalar que su visión sí está lastimada y que tiene problemas de movilidad, pero “nada más”. ¡Ah, bueno!

 

Es poco elegante lo que hizo Manzanilla, pero es su naturaleza. A partir de este momento, después de varias semanas de relación tóxica que tuvieron un mal final, el diputado federal con licencia y el gobernador, cada uno, podrá seguir su camino en santa paz.

 

 

¿Y cuál es ese camino?

 

En el caso de Manzanilla, construir su eventual candidatura a alcalde en 2021 a través de un frente de partidos que hagan oposición a Morena, y en el caso de Luis Miguel Barbosa, mantener la hegemonía de la Cuarta Transformación y de su grupo en Puebla.

 

Manzanilla, hay que decirlo, no es un rival menor, y si lo suyo no es el carisma electoral, sí lo es su capacidad de articular resentimientos, antes de construir proyecto. Así lo hizo a partir de 2013 contra su cuñado Moreno Valle, luego de que no le otorgó la candidatura a la alcaldía de Puebla, sino a Tony Gali.

 

A partir de ese momento, todo lo bueno que era Moreno Valle se convirtió en vicio. Nunca aceptó que se fue por despecho del grupo, lo lanzaron. En términos simples, se convirtió en un nazi arrepentido, pues nadie podía olvidar que fue su coordinador de campaña, estratega para conquistar la gubernatura y luego alter ego desde la SGG.

 

Pero después de que se casó con su hermana, previendo las críticas que le atraería empoderarlo, Moreno Valle viró su juego, desplazó a Manzanilla y se dedicó a fortalecer la imagen de Gali. A cambio de los servicios prestados, le regaló una diputación plurinominal en el Congreso, lo que se le hizo poco al cuñado.

 

Pero Manzanilla ya había tomado el camino del despecho, se alió a todos los enemigos de Moreno Valle y unas horas antes de la toma de protesta renunció a la diputación local, pues se lo impidieron. Nunca la asumió y Eukid, junto con Aguilar Chedraui, se convirtieron en los mandamases de esa legislatura.

 

Ya en 2019, Manzanilla se apostó por todo con Barbosa. Dejó su asiento en la Junta de Coordinación Política por venir a gobernar Puebla desde la SGG, teniendo al maestro Pacheco Pulido como titular del Ejecutivo. Y de alguna forma, pensó que Luis Miguel Barbosa nunca iba a gobernar y él se mantendría como factótum.

 

Como en política no hay sorpresas, sino sorprendidos, Fernando Manzanilla se encontró con un gobernador que trabaja de 8 de la mañana a 2 de la mañana, que se puso a construir un mapa de la delincuencia, que revisa a conciencia licitaciones y concursos, que firmó todos los nombramientos de directores para arriba, que acude a la mesas de seguridad, que tiene relación propia con el presidente AMLO y su gabinete. En otras palabras, una bestia de trabajo gubernamental.

 

En esa lógica, a Manzanilla le quedó poco qué hacer, y sin trabajo, el ocio lo llevó a imaginar nuevos escenarios en los que el PAN lo abrazaría de regreso para hacerlo candidato a gobernador, a presidente municipal. Se dedicó a tutelar a Genoveva Huerta, recompuso su relación con Tony Gali, quiso meter mano en el Comité Municipal albiazul, se metió al chat de los gobernadores panistas, filtró información a los periodistas enemigos del régimen, y por alto y por bajo se dedicó a decir que el gobierno de Barbosa estaba destinado al fracaso por la baja calidad de los integrantes del gabinete.

 

Es decir, Manzanilla se convirtió en la oposición de Barbosa usufructuando el cargo que le dieron, su oficina en el primer piso de Casa Aguayo y cobrando puntualmente su cheque.

 

Ahora podrá tomar con libertad el camino de convertirse en la oposición al barbosismo, pero ya sin oficina ni cargo ni cheque del gobierno estatal.

 

Si su inteligencia es equivalente a su capacidad de trabajo, podrá construir un proyecto alterno al del gobernador, pero deberá hacerlo sin viáticos, como debe hacerse toda revolución.

 

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