Miercoles, 08 de Mayo del 2024

Las 5 tétricas leyendas que no dejan de aterrar a Puebla

Jueves, 31 Octubre 2019 16:06
Las 5 tétricas leyendas que no dejan de aterrar a Puebla

Puebla tiene lugares históricos, icónicos, modernos y de miedo, los últimos reviven en esta temporada de muertos.

Helen Ávila

@Diario_Cambio



Una ciudad sin leyendas sería como una persona sin aventuras que contar, por eso Diario CAMBIO te trae cinco leyendas para llevarte un susto en estos días de muertos.


Estas leyendas aunque antiguas siguen siendo vigentes, pues hablan de villanos que asaltan, bestias que devoran niños, infidelidades y amores prohibidos, muy parecida a la Puebla de hoy, sólo que sin espadas y sin grandes vestidos.


 


El callejón del muerto


Todo empezó una noche fría y lúgubre de octubre de 1785, cuando Anastasio Priego, dueño de una hostería del barrio de Analco, buscaba a una partera porque su mujer estaba en labor de parto.


Cuando de pronto en el callejón de Yllescas, en la 12 Sur, entre 3 y 5 Oriente, un villano trató de quitarle su dinero, pero se llevó una sorpresa cuando Anastasio usó su espada y en defensa propia mató al maleante y dejó el cuerpo a mitad del callejón.


Los lugareños aseguran que el espíritu del malhechor ronda por esa calle y asusta a todo el que ronda por ahí.


Años más tarde, en el aniversario de la muerte del malhechor, un sacerdote de Analco recibió a un hombre desesperado por recibir confesión, sin darse cuenta de su aspecto, lo confesó.


Al escuchar su confesión cayó en cuenta que era un malhechor que pedía perdón por sus crímenes cometidos. Pero esa no fue la sorpresa mayor, su sorpresa mayor fue cuando al recibir la absolución, el fantasma se desvaneció. Cuentan que nunca más volvió a merodear la calle.



El Puente de México


Hace algunos años la comunicación entre Puebla y Ciudad de México era fatal. Hacían un puente y éste se derrumbaba a las primeras lluvias de la temporada.


Hasta que en 1707, el virrey contrató un prestigioso ingeniero, Santiago Guzmán. Éste llegó con altas expectativas para construir el puente.


El ingeniero empezó la construcción y fue un verdadero suplicio, pues no sólo fue complicado por las lluvias y las dificultades del terreno, sino que hubo muertes de los trabajadores.


El ingeniero estaba a punto de desistir cuando en sueños un hombre le dijo que tenía que limpiar su honra, pues su esposa le era infiel y sólo limpiando su honra el puente podría terminarse y ser un éxito.


Al otro día tomó cartas en el asunto, e investigó quién era el amante de su hermosa mujer. Al conocer al vil hombre, le dio muerte y guardó el cadáver en uno de los pilares que sostienen al puente.


Una vez habiendo hecho caso a su revelador sueño, le dijo a su esposa que no buscara más a su amante, pues no lo encontraría y éste estaría por siempre custodiando un pilar.


La esposa no pudo denunciar el acto de su esposo, pues tendría que confesar que le había engañado. Así que para evitar el juicio, lloró su pena y dicen que las lágrimas de la hermosa mujer sirvieron de fragua para sostener el puente, el cual nunca se derrumbó.


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La casa del que mató al animal (3 Oriente, esquina 2 Sur)


Hace muchos muchos años, en el siglo XVI, Puebla estaba asediada por una bestia, éste extraño animal comía a inocentes. Sin embargo los funcionarios de la Corona Española no creían en esta bestia, decían que eran cuentos de indios… (en ése entonces así les decían a los oriundos del lugar)


Fue hasta que devoró al hijo de don Pedro de Carvajal que se tomaron cartas en el asunto.


Un joven, que anteriormente había pretendido a la hija de don Pedro pero que por no tener grandes recursos dejó de pretenderla, apareció misteriosamente con la cabeza del extraño animal.


Como recompensa el valiente joven pidió la mano de Teodora, la cual le fue dada junto con una gran dote.


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La aparecida del Hospital de San Pedro


En los tiempos del cólera, siglo XVII, Puebla estuvo asolada por esta plaga.


Debido a esta enfermedad, frailes y médicos siempre estaban sumamente ocupados atendiendo a enfermos. Una noche, llegó, al Hospital de San Pedro, una mujer y le pidió a al fraile Luis García que su hijo estaba al borde de la muerte.


El fraile se compadeció de la madre que estaba sumamente consternada por su pequeño hijo. Así que acudió a atender al niño. Al atenderlo y ver que tenía la fiebre muy alta decidió llevárselo al hospital para darle la atención necesaria.


Pasaron los días y la mujer nunca acudió a recoger a su hijo, quien ya estaba completamente curado. Por lo que el padre se sintió consternado y decidió ir a buscar a la mujer.


Al llegar a casa del niño, se encontró con un olor fétido que provenía de un cadáver, el cual al parecer tenía varias semanas, para su sorpresa era el cadáver de la mamá. Al hacer cuentas, el cadáver tenía más tiempo del que tendría el propio niño en el hospital.


Luego de sepultarlo, rezó una plegaria por el descanso de la mujer, que incluso muerta volvió para salvar la vida de su hijo.


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La fuente de los muñecos


Corría el año de 1937, en el barrio de Xonaca, esa zona era baste codiciada, pues vivía la gente más pudiente de la época. Entre los habitantes del barrio se encontraba el entonces gobernador de Puebla, Maximino Ávila Camacho.


Unos niños, hijos de un caballerango del gobernador, se perdieron durante una tarde lluviosa. Tenían 6 y 7 años. Los niños regresaban de su escuela, tenían sus libros y un paraguas. A los niños los conocían como Los Muñecos, pues sus padres ponían gran empeño en vestirlos impecablemente.


El padre, que como buen padre, los quería mucho así que se dio a la búsqueda de su hija e hijo.


Sin embargo, a pesar de las grandes búsquedas no lograron encontrarlos. Concluyeron que cayeron en un pozo de una ranchería cercana. Pero no encontraron sus cuerpos, era sólo una teoría.


El gobernador, triste por la perdida, mandó construir una fuente donde se encontraba el pozo. Debido a que les decían Los Muñecos, la fuente también tomó este nombre y se dice que a veces se les ve con las rodillas raspadas, y se escuchan risas y voces de niños. Algunas veces también desaparecen las estatuas y por la noches.


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archivo historico