CRONICA
¡De dos a tres caídas!, así comenzó la nueva etapa del Museo Internacional del Barroco en la que entre ‘mentadas de madre’ y grasa de cemitas, la lucha libre invadió el recinto morenovallista por excelencia y le hizo perder su artística esencia.
Tanto se perdió, que las inmensas lajas blancas que planteó Toyo Ito, ahora servían de vestidor para luchadores y escurría el vinagre de las rajas que le pusieron a las cemitas.
Es por eso que se perdió el apogeo artístico, primero con la exposición bizarra de Mauro Terán y los comentarios hilarantes de Julio Glockner, seguido de un Atlantis y un Octagón entregados a los poblanos que acudieron al llamado popular para apreciar la “lucha barroca”.
Fue así que el pasado sábado será recordado como un día vergonzoso por el performance que Glockner preparó para el Barroco, pues ese día se dejó de lado la cultura y el arte ‘fifí’ para darle la bienvenida a las pinturas con luchadores y productos de tiendita.
Pues si bien Glockner en repetidas ocasiones dijo que no sería una sucursal de la Arena Puebla, el recinto terminó convirtiéndose en eso, ya que desde las cemitas en bolsa de papel y los ambulantes con su lamparita hasta las ‘mentadas de madre’ del público a los rudos y los piropos a los técnicos, el llamado ‘elefante blanco’ albergó un hecho atípico en la historia del museo.
Glockner defiende su glocknerada: ya quisieran algo así en NY
Así refirió Glockner la gran importancia y brillantez de la exposición Nuevos Ritos, Santos y Divinidades de Mauro Terán, pues a pesar de que el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York tiene pinturas de maestros como Rafael y Picasso, no se comparan al gran arte de la Vaquita Alpura y Pancho Villa sosteniendo una Santa Muerte.
En la inauguración, el secretario aprovechó para decirle a la prensa que no tiene idea de la cultura y del arte contemporáneo, por ello y hasta con un acto de altruismo dio a conocer que darán talleres a periodistas para que tengan mayor acercamiento.
No bastó con eso, pues la reinauguración para Glockner no era nada más un relanzamiento, era un nacimiento y por un momento exhortó a imaginar que en lugar de cortar una simple cinta, estaban cortando el cordón umbilical del nuevo Museo Barroco.
Al día siguiente en entrevista, le mandó un mensaje a sus detractores que tanto criticaron las luchas, a todos ellos les dijo básicamente que “Si no están de acuerdo pues lo siento mucho”, pues su trabajo no es cambiar el criterio de las personas.
Ya más relajado sólo dijo que el evento fue muy bueno, y es que si gastan 805 mil pesos en un evento más vale que esté bueno, así Glockner cerró este primer capítulo, pues todavía falta que San Pedro Museo de Arte también se transforme en otra sucursal.
Desde Porfirio Díaz y la Vaquita Alpura hasta El Santo y un chipote chillón
La exposición bizarra de Mauro Terán combinó personajes de la historia de México como Porfirio Díaz, Pacho Villa, Frida Kahlo y María Félix con una Fanta, un yogurt de Lala, la Vaquita Alpura y hasta un Chocorrol tomando pulque.
Ahora luchadores como Santo, Blue Demon, Mil Máscaras, Canek, el hijo del Payaso y Pierrot engalanarán una de las exposiciones principales del Barroco, también portando elementos como la Santa Muerte, un chipote chillón y playeras de las Chivas, Pumas y Cruz.
Al final, en el lobby repartieron cemitas y mezcal, donde los ‘fifís’ dejaron de lado su manto para comer cemitas en bolsita de papel y tomar mezcal en tarritos de barro, que no le hicieron ‘fuchi’ a pesar del olor a grasa que invadía el museo que Toyo Ito imaginó y diseñó en 2016.
La lucha barroca se apoderó del museo, y también los ambulantes
Finalmente, la lucha libre en el Barroco dio inicio aun y cuando una banda amenizaba el previo del evento al que no podían faltar los ambulantes, pues el estacionamiento del Barroco se vio invadido por el comercio informal, los cuales vendían cemitas, carnitas y máscaras para el público que asistió a esta función.
Las funciones esperaron la rechifla del impaciente público para dar inicio a la nueva etapa del museo, pues Atlantis, Octagón, Rey Bucanero y Villano IV fueron los encargados de generar que los poblanos corrieran por una foto o por un autógrafo, porque quienes fueron ídolos en pasadas generaciones, continuaban siéndolo.
Eso sí, el ambiente acompañó porque desde el tradicional grito de “Ehhhh, pu...”, hasta las ‘mentaditas de madre’ del público no pudieron faltar, pues siempre sí se convirtió en una sucursal de la Arena Puebla, o al menos lo hicieron parecer así.
Porque de esta manera el barroco abandonó su artística esencia, de dos a tres caídas, sin límite de tiempo.
Iván Reyes
@_ivan_reyes