En lo personal no se me hace el candidato más inmaculado del PRI; sobre Agüera se cuentan tantas y tantas historias negras de riqueza repentina, despilfarros triviales y lealtad dudosa; su pasado modesto y plebeyo, de apenas una década atrás, contrastan por dónde se le vea con la abundancia de su presente sin que sea prueba sustancial que lo condene ante la ley. Lo más parecido a Elba Esther.
En limpieza política y moral Pepe Chedraui y Enrique Doger me parece que saldrían mejor librados. Sin embargo la política, como solía decirlo en reuniones íntimas el viejo Hank, suele ser de trazos y ajustes, y hoy por hoy ambas cosas se amoldan perfectamente a los tiempos de Agüera. Digamos que es su momento, así de simple y llano. Lo que habría que dudar es si para bien o para mal.
Con Agüera, no el PRI ni Fernando Moreno Peña ni Pablo Fernández del Campo, el Presidente de la República Enrique Peña Nieto pareciera mandar a su mejor hombre a recuperar la cuarta ciudad más importante del país; los números lo respaldan; y mire nada más que coincidencia, lo mismo está haciendo Rafael Moreno Valle con José Antonio Gali Fayad, el más apto de la coalición Puebla Unida, quien a estas alturas del partido sería un error bajarlo de la contienda por razones que abajo intentaremos explicar.
¿Cómo se le llama a lo qué está pasando? ¿Qué es lo que estamos viendo? Presión. Presión política. Con el ahora exrector de la Buap Peña Nieto le mete presión al juego electoral del 7 de julio y Moreno Valle no tiene más alternativa que pagar con la ficha de Gali para continuar en la mesa. ¿Presión para qué? Los grandes estrategas de la guerra, Aníbal de Cartago, Alejandro Magno y Napoleón, ejercían presión para doblegar a sus enemigos con el propósito de evitar el derramamiento de sangre; si no lo lograban se desataba la guerra. Abundaban los muertos. Chorreaban a cántaros.
Algo parecido estamos presenciando. Son los principios modernos de la guerra y la negociación. El delegado del PRI Fernando Moreno Peña fue claro al decir que la PGR podría actuar contra los cómplices de Elba Esther Gordillo. ¿Fue una amenaza?, ¡claro que lo fue! Y con Agüera la presión aumentó otro cachito. La duda sería si dicha presión federal fue sólo por obtener la alcaldía de Puebla o también el Congreso del Estado. O por las dos cosas, lo que sería un abuso.
Con Gali, Moreno Valle tiene todavía chance de llevarse algo, una pizquita, la ciudad de Puebla o el Congreso; con cualquier otro no tiene chance de nada. Perdería toda capacidad de diálogo y negociación; digamos que no estaría en condiciones de pedir nada. Sin embargo por lo que se ve Peña Nieto todavía no da señales de querer negociar; lo dijimos antes, igual y quiere todo; sabe que puede tener la ciudad y el Congreso de un solo jalón; y si eso ocurriera el morenovallismo estaría muriendo no en cuatro años sino el mismo 7 de julio.
