Y también, a diario, vemos cómo son cada vez más los ciudadanos que ofrecen sus puntos de vista sobre los programas y estrategias de la administración que iniciará el 1 de diciembre.
En ésta, en ocasiones frenética entrega de información, ciudadanos organizados, asociaciones, partidos políticos, figuras públicas, contribuyen a un debate que cada vez se hace más intenso y, sobre todo, informado.
Apenas ayer vimos a la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) plantear que sólo seis ciudades cuentan con la oferta en vivienda y la infraestructura necesaria en vialidades y servicios para recibir a las dependencias federales contempladas en la descentralización.
Ayer también, en una entrevista radiofónica, Javier Jiménez Espriú, propuesto para dirigir la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, dijo que el diagnóstico sobre la construcción de la nueva terminal aérea será entregado al presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien también tendrá en sus manos una propuesta sobre ampliar las operaciones a la base de Santa Lucía.
Mientras tanto, en las oficinas de López Obrador, ejidatarios de San Salvador Atenco protestaron contra la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y anunciaron que entregarán un estudio que sustenta que éste es improcedente por la devastación ecológica que ha causado su construcción.
Y así, el debate sobre los planes del próximo gobierno se lleva a cabo a diario. Los ciudadanos hoy tienen muchos elementos para opinar sobre lo que se pretende hacer, muchos critican que las ofertas de campaña ya no se cumplirán, otros afirman que hay que esperar a que tome posesión, unos más aseguran que el presidente electo está gastando su capital político antes de lo esperado.
En fin, hoy tenemos una opinión pública muy activa, siguiendo el impulso de las campañas políticas, que no se contiene y argumenta y contraargumenta. Y ese debate en el que los ciudadanos intervienen no debe perderse. Esa libertad de expresión es, sin duda, un pilar de la democracia.