Y es que la democracia nos permite a los ciudadanos tomar decisiones, elegir a nuestros gobernantes, a nuestros legisladores, a la forma de gobierno que más se acerque a nuestros intereses e ideología.
Por eso llama la atención la elección –en Brasil— de Jair Messias Bolsonaro, un político de extrema derecha conocido por su lenguaje incendiario y su vocabulario abiertamente homófobo, misógino y racista.
Para darnos una idea, estas son algunas de las frases dichas por Bolsonaro:
"No voy a combatir ni a discriminar, pero si veo a dos hombres besándose en la calle, les voy a pegar".
"Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. No voy a responder como un hipócrita, ante eso, prefiero que un hijo mío muera en un accidente".
"No es una cuestión de colocar cuotas de mujeres porque sí. Tenemos que colocar gente capacitada. Si colocan mujeres porque sí, voy a tener que contratar negros también".
"Tengo cinco hijos: fueron cuatro hombres, ahí en el quinto me dio una debilidad y vino una mujer".
"El error de la dictadura fue torturar y no matar".
"Hay que dar seis horas para que los delincuentes se entreguen. Si no, se ametralla el barrio pobre desde el aire".
Y es ahí cuando surgen las preguntas: ¿en qué está pensando el elector cuando vota por un candidato como éste?
¿Qué se necesita para que una amplia mayoría respalde a un candidato abiertamente discriminador y homofóbico?
La democracia, es cierto, es el camino, pero somos nosotros quienes lo debemos construir y caminar, tomar las decisiones más adecuadas pensando, sobre todo, en el bienestar nacional.
Construir una mayoría tiene su mérito, y lo tiene más cuando se sabe qué hacer con esa mayoría.