Con las propuestas de gobierno en el periodo de estas últimas elecciones federales para la presidencia en el mes de julio de 2018, de descentralizar las Secretarías de Estado de la Ciudad de México, es algo de lo que ya se había mencionado, desde los tiempos posteriores al terremoto del 19 de septiembre de 1985, que más que una propuesta política o bien, simples buenos propósitos, era una medida de urgencia y que consistía en que había que descentralizar la complicada Ciudad de México.
Y ese proyecto se pregonó durante todo ese tiempo hasta que llegó nuevamente el fatídico 19 de septiembre de 2018, y resulta que en todo ese tiempo no se hizo absolutamente nada para desconcentrar lo que en su momento se nombró como Distrito Federal, sin embargo, tuvo que ser con un cambio radical, producto de las elecciones, para que se inicie el proyecto para esa despresurización de la Ciudad de México, que consiste en prácticamente desalojar las secretarías de Estado y diversas dependencias federales de esa ciudad, por ello es que ya se hace mención en los medios de comunicación de las ciudades y entidades federativas en donde van a establecer sus sedes, también, ya se ha indicado aproximadamente cuánto es el costo económico de esa movilización, pero que honestamente ese costo queda en segundo término, si es que el proyecto efectivamente se cumple y si es con la finalidad de disminuir el número de habitantes de esa gran ciudad, que es simplemente por respeto a la dignidad de los habitantes de este país y en particular de los ciudadanos con residencia en la Ciudad de México se debe de cumplir dicho proyecto, pues no hay algo mas caro que la permanente violación al respeto a la dignidad humana de los habitantes de esa ciudad, que deben de estar estacionados horas y horas en las avenidas y ejes viales, que deben de ir como “sardinas en lata” en los servicios colectivos de transporte, que van generaciones enteras que se han olvidado de una comida en su casa entre semana, que se han convertido sus hogares en archiveros en donde depositan su cuerpo en las noches después de horas de tráfico, de transportación y de trabajo, que han forjado una cultura que ve el fin de semana o la Semana Santa como la “tablita de salvación” de sus vidas.
Por ello es que resulta necesaria esa descentralización, pero también es necesaria para los visitantes que tienen que acudir obligatoriamente a “jugarse la vida” a la Ciudad de México simplemente para realizar un tramite que es exclusivo de las oficinas centrales de cualquier instancia de la administración pública federal, que esos visitantes deben de considerar los calendarios del programa del “hoy no circula”, de los cambios intempestivos de los mismos por las altas contingencias que se presentan de contaminación, y ya sin hacer mención de la inseguridad pública, de los riesgos de la gran ciudad, asaltos, secuestros, etc.
Debido a ese proyecto es que se ha mencionado cuáles serán las ciudades sede de las diversas secretarías y por ello se ha indicado, desde luego, todavía de manera no oficial que, será la ciudad de Puebla la sede de la Secretaría de Educación Pública, lo cual es una gran oportunidad para demostrar que en este país existe la provincia, que existen los habitantes, ciudadanos, también mexicanos en la provincia, y que muchas de las cosas se pueden hacer igual y aun mejor que en la gran capital Tenochtitlán, y qué mejor que a Puebla le corresponda la sede de la Secretaría de Educación Pública que es la piedra angular de un cambio en el país, pues si efectivamente se busca un cambio en nuestra nación, de donde debe de partir es de la educación, ya que las políticas públicas sobre la educación han dejado mucho que desear; se requiere de un cambio abismal, por lo menos podríamos considerar dos cambios necesarios en la educación, y que bien puede darse en Puebla.
En primer lugar olvidarnos de tanta estadística, pues desde las claves de las materias, hasta los números de matricula de los alumnos todo es estadística y números, pareciera que no hay otra cosa para evaluar los resultados de la educación, y por tanto los informes se ven centralizados en el promedio de educación, que en México es de tercero de secundaria, también, se centra en cuáles son los índices de deserción en la primaria, y hasta llegar a la universidad, que cuál es el número de maestros egresados anualmente, etc, pero nos olvidamos de la calidad educativa, como si eso no existiera, y es de lo que se debe modificar, si se fuera menos dependiente de las estadísticas y se analizara mas el contenido de lo que se enseña, y de paso hacerla mas reflexiva, por lo menos habría un giro en la pésima educación nacional, siguiendo las sugerencias del maestro de Simón Bolívar, Simón Rodríguez: “La instrucción social para hacer una nación más prudente. La instrucción corporal para hacerla más fuerte. La instrucción técnica para hacerla experta. La instrucción científica para hacerla pensadora”.
Finalmente, hace falta desde la provincia mexicana para la educación en México, por lo menos dar los primeros pasos para avanzar en una educación menos centralizada, es decir, menos dependiente de la cultura europea y hoy la norteamericana, pues es necesario fomentar la propia, la de nuestra región, nuestra nación, la de América Latina, pues por lo menos hoy en la región hay un despertar muy interesante de esa propuesta que se ha estado fraguando durante varias décadas, en donde no se considere que solamente lo europeo existe y sólo lo norteamericano funciona, sino que se considere que hay otro pensamiento, mas propio como lo sentencia el profesor Enrique Dussel: “Ahora “otras filosofías” son posibles porque otro mundo es posible, como lo proclama el Ejército Zapatista de Liberación Nacional” (Dussel, Enrique, ‘Filosofías del Sur’, Akal, México, 2017) pues en realidad lo que se requiere para la educación no es nada mas el cambio de ciudad de la sede central de la Secretaría de Eduación Pública, lo que se requiere es descentralizar la educación y fomentar la reflexión.