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Martes, 11 Septiembre 2018 02:52

12 de septiembre de 1909

12 de septiembre de 1909 Escrito Por :   Silvino Vergara

“Ocurrimos al superior gobierno del Estado, implorando su protección, a fin de que, si a bien lo tiene, se sirva concedernos su apoyo para sembrar los expresados terrenos sin temor de ser despojados por los propietarios de la Hacienda del Hospital”. Concejo Comunal de Anenecuilco


 

Se están cumpliendo, en esta semana de 2018, 109 años de que Emiliano Zapata fuera electo presidente del concejo comunal de Anenecuilco, en el estado de Morelos, quien —a decir del historiador Adolfo Gilly— “era descendiente de una antigua familia campesina de la zona de Anenecuilco y Villa de Ayala” (Gilly, Adolfo. La revolución interrumpida. Ciudad de México: Era, 2016). Ese nombramiento consistía en defender a la población de Anenecuilco y Villa de Ayala, Morelos, (por ello, el Plan denominado de Ayala del 28 de noviembre de 1811) de hacendados que se apropiaron de las tierras comunales de la población, como fue el caso de la Hacienda del Hospital, y donde —a decir del historiador John Womack Jr— “los grandes terratenientes cultivadores de caña de azúcar le habían disputado a Anenecuilco los derechos sobre las tierras y las aguas de la comarca” (Womack, John. Zapata y la revolución mexicana. Ciudad de México: Siglo XXI editores, México, 2017).

 

Por ello: “En la tarde del 12 de septiembre de 1909, los hombres de Anenecuilco se reunieron a la sombra de las arcadias que se levantaban detrás de la iglesia del pueblo […] los ancianos habían servido al pueblo lo mejor que habían podido durante años, y el mejor servicio que ahora le podían hacer era el de renunciar” (Womack, John. Zapata y la revolución mexicana. Ciudad de México: Siglo XXI editores, 2017). Así, nombraron como presidente del concejo comunal de Anenecuilco a Emiliano Zapata en esa tarde de domingo de 1909; con lo cual —se puede decir— se inició desde un sentido jurídico y democrático hasta, posteriormente, la revolución agrarista que, luego, fue derrotada en 1919 por V. Carranza. Sin embargo, la verdadera revolución mexicana fue la que correspondió a la revolución campesina de los estados de Morelos y Puebla —desde luego, junto con la del norte encabezada por Villa—, pues hay que considerar que esa lucha se legitimó con el Plan de Ayala, firmado en el estado de Puebla, y, después, con su publicación en un diario nacional con la autorización de Francisco I Madero —a decir de la historia— para que —a dicho de aquel presidente de la nación— se pudiera conocer al “loco de Zapata” (Ávila, Felipe. Breve historia del Zapatismo. Ciudad de México: Crítica, 2018).

 

Evidentemente, estas fechas deben ser consideradas en la historia de México, pues no son algo menor, ya que, con este evento del 12 de septiembre de 1909, se legitima la revuelta de los campesinos de Morelos, a la cual la historia oficial de su tiempo trató como una rebelión de revoltosos y saqueadores, cuando, evidentemente, ese movimiento inició de la forma más jurídica y democrática que se puede dar, a saber, con el nombramiento de aquel concejo comunal.

 

109 años después es evidente que el saqueo que continúa en México no proviene desde abajo, desde la población, desde los campesinos y obreros ni desde los desempleados; al contrario, esa experiencia demuestra que el inicio de la revolución agraria fue lo más jurídico y democrático posible, aunque hoy la historia oficial dice que hay que olvidar. Y también es palpable que hoy los saqueos vienen desde arriba, desde los denominados por el profesor Luigi Ferrajoli como “poderes salvajes” (Ferrajoli, Luigi. Los derechos y sus garantías. Madrid: Trotta, 2016), que son las grandes empresas transnacionales que dominan el mercado mundial de cualquier tipo de mercancía, que derogaron al empresariado local —quien, incluso, pareciera que ni se ha dado cuenta de ello—; que son ese saqueo que proviene de los organismos internacionales, que son los que dictan las leyes, las políticas públicas a las naciones y la ideología de los pueblos; y son, finalmente, las propias naciones que realizan una función policial hacia sus habitantes: tarea sucia que a alguien le corresponde hacer. En tanto que nosotros, los ciudadanos de a pie, nos encontramos en un letargo que sintetizan extraordinariamente los profesores Ugo Mattei y Laura Nader: “Personas pasivas y sin compromiso, podría facilitar la hegemonía, la intervención y el saqueo, de manera que este tipo de ciudadanía contribuye creando ambientes cínicos en los cuales triunfa el saqueo.” (Mattei, Ugo; Nader, Laura. Saqueo cuando el Estado de derecho es ilegal. Lima: Palestra Editores, 2013). Entonces, esa fecha del 12 de septiembre de 1909 es una fecha que la historia oficial y nuestro letargo bien deben de olvidar.

 

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