Domingo, 13 de Octubre del 2024
Viernes, 19 Octubre 2018 01:36

¿Aire fresco?

¿Aire fresco? Escrito Por :   Silvino Vergara

«Hablar a los ciudadanos es la primera señal de respeto. No hay nada más antipolítico que la consigna “Hechos, no palabras”» Daniel Innerarity


 

Se está iniciando formalmente el cambio de estafeta en la administración después de la apabullante victoria de la oposición en las elecciones de julio de 2018; un hecho notorio que deja entrever la necesidad de un cambio exigido por la población, lo cual siempre es bueno para un sistema democrático porque permite valorar lo que se deja atrás, y es un signo de esperanza para lo que pudiera venir. Ahora corresponde preguntarse si efectivamente ésta administración que viene representará un cambio de aires, es decir, la pregunta es: ¿habrá aire fresco en los cambios gubernamentales?

 

En los últimos años, en México hemos sido gobernados por lo que se denomina como la tecnocracia, es decir, el gobierno de los expertos, los que saben cómo gobernar de acuerdo a las invenciones y descubrimientos de la ciencia, los que conocen el alcance de las cosas que son científicas y que permiten un mejor gobierno, alejándonos de las democracias, que es el gobierno de la población y, más que eso, de las decisiones que provienen del sentido común de la ciudadanía. Por ello, en los últimos años se observa que los gobernantes se han convertido en una élite, y que cada día están más alejados de la población; que los grupos intermedios (los conformados por la población, como son las universidades, escuelas, colegios de profesionistas, cámaras empresariales, de comerciantes, agrupaciones de artesanos, campesinos) cada día son mayormente excluidos del sistema gubernamental, porque si éstos son los que permean las ideas y el sentir de la población hacia el gobierno, es claro su alejamiento del sistema gubernamental o, por lo menos, su cada día menor participación. Esto se debe a la ausencia de interés en escucharlos, esto es una muestra de la tecnocracia.

 

El cambio de aires, para que sea fresco, no supone una complejidad ni un acto titánico e imposible de cumplir; por el contrario, lo que se requiere es hacer menos tecnocracia y buscar más democracia, esto es, que las decisiones sean más apegadas a la población, menos científicas y tecnológicas. Ahora bien, muestras de lo que estamos viviendo, donde sobresale la tecnocracia y no las decisiones democráticas, son las construcciones de las ciclo pistas en toda la nación, que provienen de una decisión tecnócrata, y respecto a la cuales los ciudadanos de a pie todavía no entendemos por qué se da prioridad a esas construcciones y no a construcciones que versen sobre los servicios públicos, como es el caso de pavimentación, drenaje, etc. De modo que el fracaso evidente de esas construcciones se debe a que las decisiones son técnicas y estadísticas, y es lo que está sucediendo actualmente en las entidades gubernamentales. Frente a esto hay que hacer un llamado a que la respuesta sea más democrática, pues hoy —a decir del profesor español Daniel Innerarity—: “Estamos configurando una sociedad de puntuaciones, rankings, calificaciones (ratings), impactos, indicadores, likes, estrellas, tasas […] Vivimos en el régimen de la omnimetría, donde todo puede medirse y nada se valora con objetividad sin las cantidades. Hay una permanente medición y valoración de cosas, personas, profesiones e instituciones” (Innerarity, Daniel. Política para perplejos. Barcelona: Galaxia Gutemberg, 2018). Así advertimos que en las oficinas gubernamentales todo se mueve por medio de las estadísticas, de las encuestas, considerando que, con ello, se da prioridad en la eficacia del servicio, pero desafortunadamente no resulta eficaz, pues el uso de la ciencia y la tecnología está demostrado que éstas no siempre son la respuesta correcta a los problemas que se presentan.

 

Una prueba de la existencia del uso indiscriminado de la ciencia que no resuelve los problemas, sino que los amplía, es el caso mencionado por Boaventura de Sousa Santos, que cita: “los campos de Bali, de mil años de antigüedad, fueron reemplazados por sistemas científicos […] las cosechas declinaron más de un 50%; fueron tan terriblemente malos que los sistemas científicos de irrigación tuvieron que ser abandonados para restablecer el sistema tradicional” (De Sousa, Santos Boaventira. Epistemologías del Sur. Madrid: Akal, 2014). Pues bien, la ciencia no es suficiente; aún no se dimensionan los problemas de contaminación que provocan desarrollos como las ciclo pistas, por ejemplo. Por ello, siguiendo a Daniel Innerarity: “Una cosa es tomar en consideración el juicio de los expertos y otra dejar el gobierno en manos de aquellos que, supuestamente, deciden de acuerdo con criterios objetivos […] La política es una actividad que requiere articular el equilibrio entre la gente, los expertos, los funcionarios y los profesionales de la política” (Innerarity, Daniel. La política en tiempos de indignación. Barcelona: Galaxia Gutemberg, 2015). Y esta es una de las pruebas para este nuevo gobierno: menos tecnócrata y más demócrata. Sin embargo, verdaderamente: ¿habrá aires frescos?

 

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