Hace semanas, cuando apenas iniciaba la precampaña, en ésta Cúpula señalamos que Martha Erika Alonso Hidalgo es proclive a caer en provocaciones y que esto sería sumamente desgastante y estéril para la contienda. También apuntamos que la esencia, la naturaleza de la señora es precisamente la de un perfil altamente combativo, tendiente a entrar en confrontaciones. Pero que en esta campaña no podía ser así, so pena de convertirse en una voz agresiva que alejaría al electorado femenino, mismo que fácilmente puede ser cooptado por ella.

La candidata de ‘Por Puebla al Frente’ de ninguna manera puede caer en el error de subirse al ring y responder al ‘tú por tú’ las descalificaciones y embestidas. Su papel de ninguna manera debe ser el de una peleadora de barrio.

La mañana del lunes 30 de abril, tanto López Obrador como Barbosa Huerta demostraron en sus discursos lo que las encuestas reflejan: que hay un empate técnico entre Martha Erika y Miguel. Que la elección en Puebla es lo más cercano a un volado, que la moneda está girando en el aire y que el águila o sol pueden favorecer a cualquiera de los dos.

Ambos candidatos de Morena, tanto el presidencial como el estatal, demostraron que ven a Martha Erika no como una adversaria electoral, sino como una enemiga personal. El encono  visceral, la tirria exacerbada, la bilis derramada en el templete hablan de un odio cerval contra la candidata.

Quedó claro que para ellos esto va más allá de lo político. En el mitin de Tepeaca hubo momentos en los que se demostró que el proceso electoral es el reflejo de agravios personales.

Sin duda Alonso Hidalgo contuvo la tentación de caer en la violenta provocación. Tuvo que hacer un esfuerzo adicional para replegar su vocación proclive a responder agravios y por el momento se dominó. La respuesta se dio por parte de quienes tienen que subirse a ese tipo de debates: Jesús Giles, presidente del PAN y Max Cortázar, vocero. A ellos debieron sumarse otras voces; la de Mario Riestra, los dirigentes del PRD, CPP y PSI. Pero, por el momento, solo ellos dos salieron a dar respuesta a los improperios.

El lunes 30, Martha Erika ganó más con esa postura mesurada y sosegada. Al evitar subirse al ring se coloca en una posición de estadista que sabe guardar las formas de la política y se aleja de la imagen de una peleadora de barrio, que simplemente no está en su papel.

Decía el poeta Octavio Paz que ‘La violencia física inicia con la violencia verbal´.

En estos tiempos en que la violencia enrarece y asfixia al país, hace falta más política edificante y prudente que encono visceral.

Como siempre quedo a sus órdenes en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., sin mx.